El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó este sábado que la decisión del Tribunal Superior Electoral de condenar a ocho años de inhabilitación política a su antecesor y principal rival político, el líder ultraderechista Jair Bolsonaro, no amenaza la tranquilidad del Gobierno.
"Eso es un problema de la Justicia que no afecta la tranquilidad del Gobierno", afirmó el líder progresista en una escueta declaración que concedió a periodistas tras el acto en que despidió a la selección brasileña de fútbol que disputará el Mundial femenino a partir del 20 de julio en Australia y Nueva Zelanda.
Fue la primera y única reacción del actual jefe de Estado luego de que la máxima autoridad electoral de Brasil dejara a Bolsonaro inelegible hasta 2030 como condena en un proceso por abuso de poder y uso indebido de los medios públicos de comunicación en las elecciones de 2022, vencidas por Lula por menos de dos puntos porcentuales de diferencia.
El líder ultraderechista fue condenado por sus duros y repetidos ataques a la credibilidad del sistema de votación electrónica de Brasil, y contra el propio Poder Judicial y la democracia, en la campaña para los comicios de octubre pasado, en los que fracasó en su intento de ser reelegido.
La suspensión de sus derechos políticos le impedirá concurrir a cargos electivos o puestos en la administración pública hasta las presidenciales de octubre de 2030, cuando tendrá 75 años.
La inhabilitación del principal líder de la ultraderecha, pese a festejada por los correligionarios de Lula en el oficialista Partido de los Trabajadores (PT), puede provocar una reacomodación de fuerzas en el Congreso y dificultar la aprobación de los proyectos de interés del Ejecutivo.
Ello debido a que el caudal electoral de Bolsonaro, que obtuvo el 49 % de los votos en las elecciones de octubre, comenzó a ser disputado no sólo por sus aliados en la derecha sino también por líderes centristas actualmente alineados con Lula.
Un día después de la inhabilitación de Bolsonaro, los líderes políticos más destacados de la derecha y de la centroderecha comenzaron tímidos movimientos en la carrera por heredar los votos del expresidente.
Tales movimientos partieron tanto desde la esposa del propio exmandatario, Michele Bolsonaro, y de su exministro y actual gobernador de Sao Paulo, Tarcisio de Freitas, como de algunos líderes de la centroderecha que siempre fueron aliados de Bolsonaro y actualmente apoyan el Gobierno de Lula.
El propio exjefe de Estado dejó claro en las declaraciones que concedió tras ser inhabilitado que no está muerto; que seguirá activo y que cualquiera que quiera aspirar a la Presidencia en 2026 por las fuerzas conservadoras tendrá que disputar su apoyo.
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