El acusado, José Miguel H. G, de 47 años, se enfrenta a una petición de la Fiscalía de 30 años de cárcel por asesinato y agresión sexual, mientras que la acusación particular solicita 35 años por los mismos delitos y la defensa, su libre absolución.
Defendió que ambos sólo mantenían una relación de amistad y justificó en la confianza que ambos tenían la existencia de una cuenta corriente conjunta, de un vehículo de la víctima que él utilizaba habitualmente, de fotos de ambos y de cartas afectuosas.
El acusado y la víctima, que se conocieron varios años antes cuando residían en Asturias, vivían a menos de cien metros de distancia en Híjar (Granada), pero siempre trataron de ocultar su relación de amistad porque la víctima no quería que se supiese, según dijo.
El día de los hechos, el 10 de octubre de 2006, José Miguel H. G. recogió a la víctima a la salida del trabajo -como era habitual- y la llevó primero a la playa en Motril porque “estaba muy deprimida y quería ir”, tras lo que Beatriz Ordóñez quiso ir a un viaducto cercano y subir andando a una parte de difícil acceso, dijo.
Una vez allí, según su versión, empezó a hablar de suicidarse, por lo que él intentó evitarlo y forcejearon hasta que ella cayó al suelo y se dio un golpe en la cabeza y luego otro con una pared, a pesar de lo cual continuaba con fuerzas para zafarse de él y correr a la barandilla y tirarse al viaducto.
Explicó que intentó evitar que cayera y que después de que sucedieran los hechos no avisó a nadie por miedo a que le achacaran la muerte, por lo que le dijo a su mujer que lavara su camisa, manchada con sangre, porque había ayudado en un accidente de tráfico y al día siguiente se fue a trabajar normalmente.
El hombre negó en todo momento que la llevara a ese lugar para despojarla de sus ropas, violarla y matarla, tal y como defiende la acusación particular y el Ministerio Fiscal, que señalan que el cuerpo fue encontrado sin ropa y con signos evidentes de violencia.
Los forenses destacaron en el juicio que el cuerpo presentaba una herida contundente hecha por un primer impacto directo en la parte superior de la cabeza que por lógica debería haberla dejado inconsciente y que había lesiones compatibles con haberla arrastrado por el suelo.
Concluyeron que la muerte fue violenta y que seguramente cayó con vida al agua, aunque no pudieron determinar que los pequeños desgarros en la zona vaginal y anal se debieran a una violación, ya que se podrían ser fruto de una relación normal.
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