El secuestro de Maracena ha tenido todos los ingredientes de una película de serie B, conocidas por tener un bajo presupuesto.
Ha sido un intento chapucero donde no ha faltado ningún detalle de los que aparecen en este tipo de guiones televisivos: una pareja conocida en Tinder, una pistola de mentira comprada en Amazon, una bolsa de cocaína…
A pesar del caótico suceso, no ha sido el primero que se ha visto en Andalucía. Precisamente ahora se cumplen 25 años del “autosecuestro” de Bartolín, ex concejal del PP que fingió ser secuestrado por ETA en Jaén y su posterior liberación en el País Vasco.
Bartolín había fingido un secuestro a través de una llamada falsa. Tras ello, la Policía Nacional activó el protocolo antiterrorista, pero a las 12 horas de la llamada Bartolín apareció en una comisaría de Irún por su propio pie.
Aseguró haberse librado de sus secuestradores y se mantuvo firme en los hechos, pero las declaraciones que hizo no fueron muy lógicas. Tras descubrirse que había sido un secuestro fingido, tuvo que abandonar la política y pagar una multa.
25 años después, volvemos a presenciar otro suceso de secuestros en el mundo de la política andaluza. También con un guión insólito, digno de una película de serie B.
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