Carmen Cuenca Villarejo ha elegido Ronda para presentar su novela ‘El Muro’ por su vinculación con la ciudad durante su infancia y adolescencia, lazos familiares que aún mantiene porque, asegura, “cuando llego a Ronda siento mi tierra, siento que las montañas me emocionan y me siento en casa”.
Aunque realizó estudios de Económicas y Empresariales y se fue a trabajar a Barcelona, ha estado ligada al mundo literario desde la infancia. “Siempre he escrito, desde pequeña, la literatura siempre me ha acompañado”, comenta. Es autora del libro de relatos ‘El hombre que lloraba en un banco (Siete relatos de una crisis sin paliativos), inspirado en la crisis de 2008; además del relato ‘El éxtasis de la palabra’, sobre la vida de la escritora norteamericana Emily Dickinson, de la antología ‘Ábreme con cuidado’. También ha escrito ‘La noche de Barcelona’, una guía sobre la vida nocturna de la ciudad condal, y colabora con la revista ‘La charca literaria’ escribiendo la columna ‘El zoom impertinente’, “con un toque social, un zoom impertinente sobre la vida”.
¿Qué puede esperar el lector de ‘El Muro’?
–Hay una frase de Carlos Cano que está grabada en su casa de Granada que dice “la libertad no es sólo un sueño, es algo que está detrás de los muros que nosotros mismos nos construimos”. Mi novela es el relato de la lucha de los personajes por derribar esos muros que les impiden alcanzar sus sueños.
La protagonista, Inés, es una joven que vive en Alemania porque sus padres se exiliaron allí. Tiene el sueño de convertirse en fotógrafa, y el primer muro con el que se tiene que enfrentar es que su padre quiere que sea abogada laboralista. Hay una ruptura familiar cuando decide ir a Barcelona a estudiar fotografía.
Inés se va a ir enfrentando a distintos muros. Cuando llega a Barcelona, en aquella época de los años 80 que la ciudad está preparándose para los Juegos Olímpicos y hay un hervidero de acontecimientos, Inés se siente muy feliz y va llevando a cabo su proyecto, hasta que tropieza con el amor, y el amor se le convierte en un gran muro. El personaje del que ella se enamora es un chico turbio, lleno de frustraciones, al que ella le va a ir pagando ese amor que él le da con retazos de su libertad, retazos de su ilusión, hasta dilapidar absolutamente todo lo que es su sueño, construido durante su adolescencia. Aquí empieza su batalla, su lucha por romper esto.
En un momento determinado se encuentra entre el amor, su sueño, la amistad, y tiene que tomar decisiones importantes para conquistarse a sí misma, para ser lo que ella quiere ser y pertenecerse a sí misma.
El Muro de Berlín aparece en la novela como un símbolo.
–Es un gran símbolo porque cuando ella presencia la caída del Muro de Berlín le enseña el camino a seguir para conquistarse a sí misma. Lo que muestra es que las barreras y los muros físicos, los que construyen los estados y defienden los ejércitos, como en el caso del Muro de Berlín, son más fáciles de derribar que los propios muros interiores.
El Muro de Berlín juega un papel muy simbólico en la novela. Cuando cae el Muro de Berlín, realmente comienza un proceso nuevo, el mundo ha dado una vuelta, ese sería el comienzo de un proceso.
Otro elemento simbólico que utilizo en la novela es el entierro de Dolores Ibárruri, que Inés presencia en Madrid. Si bien la muerte de Dolores Ibárruri es el final del proceso, el principio de un nuevo proceso sería el Muro de Berlín.
Para Inés el final del proceso es la muerte de Dolores Ibárruri porque allí hace un reportaje que titula ‘El adiós’, mientras que cuando va a Berlín hace un reportaje que titula ‘La búsqueda de la libertad’.
En la novela hay toda una serie de elementos simbólicos que reflejan el interior de la protagonista. La novela la ubico en Barcelona en aquella época porque refleja el estado interior de Inés, porque en esa época ella está absolutamente revuelta, cambiando, Barcelona está llena de socavones, de obras, porque están preparándose para las Olimpiadas, y también es el estado de ánimo de Inés.
La cámara de fotos, la Leica, es otro gran símbolo de la novela. Es un símbolo en el sentido del deseo de Inés, su sueño. La Leica la va sacando de los momentos en que ella se encuentra atrapada. La novela empieza cuando se queda atrapada en el Museo del Prado en el baño, y es la Leica la que la saca de allí. La Leica es lo que la va ayudando a conquistarse a sí misma y a pertenecerse.
¿Cómo se presentan los distintos personajes?
–En el primer capítulo conocemos a Inés, la protagonista, a Carlos, un personaje fuerte –me costó contenerlo-, un tipo turbio, frustrado, y a Mercedes, antigua compañera de Carlos. Ambos han salido de los bajos fondos, pero ella ha conseguido ascender a un lugar importante como directora de una revista, en cambio él sigue en los bajos fondos. Hay una lucha entre los dos, porque él quiere que ella le dé lo que tiene. Los dos luchan por saltar sus muros y conseguir sus sueños, pero luchan entre ellos, porque cada uno cree que el muro es el otro, cuando realmente el muro lo tienen cada uno en su interior.
Otro personaje es Lola, amiga de Inés, que le ayudará como mentora, y Xoan, un anarquista gallego que vive en Barcelona, que la anima a luchar para conquistarse a sí misma, para pertenecerse. En la parte final, los consejos de Xoan son los que van a impulsar a Inés.
¿Cuál es reflexión final?
–La novela es muy emocional, porque expresa mucho las emociones de los personajes, también es psicológica porque recoge la psicología de todos los personajes, y al mismo tiempo es filosófica. Esa frase de conquistarse, de pertenecerse, es una frase que leí en un libro de Stefan Zweig sobre Montaigne, que decía que se vigilaba continuamente, se criticaba porque lo único que quería era conquistarse a sí mismo, pertenecerse. Cuando leí eso rápidamente lo trasladé a mi novela y me sirvió como una línea que va hasta el final. Digamos que hay una pregunta que nos hacemos durante toda la novela que es “¿son más fáciles de derribar los muros exteriores que los interiores?”.
¿Qué proyectos tiene en marcha ahora?
–Lo de escribir es un gran placer, tengo cosas en mente. Para escribir necesitas mucha tranquilidad interior, y el espíritu muy revuelto, pero mucha tranquilidad física para poderte poner. Ahora tengo varias presentaciones, pero en verano me pondré a escribir, tengo dos novelas en mente.
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