Con la percha de que el Gobierno andaluz ya ha aceptado los recortes planteados por el central e incluso va a presentar su propio plan de ajuste, que se debatirá con los grupos políticos el 9 y 10 de junio en el debate del estado de la Comunidad, Arenas lo tuvo fácil para sacar a Griñán pronto de su estrado de catedrático en Economía. El voto de diferencia fue suficiente para cuestionar que los socialistas pidan sacrificios cuando no han aplicado “ni un plan de austeridad ni una reforma”, para recordarles los parados, funcionarios, pensionistas, jubilados, viudas, huérfanos, dependientes... que van a sufrir los recortes.
“Su empanada mental es extraordinaria”, le decía Arenas para recordarle que, aunque ahora le vayan a sacar dinero al 0,01% que representan los ricos, los socialistas son los que han congelado las pensiones y los que, además, “quitaron el impuesto de los ricos”.
“La situación es preocupante pero yo la veo en su integridad” le contestaba Griñán para atacarle directamente y acusarle de llevar “antiojeras”. “Yo tomo las medidas y usted ve con regocijo la crisis”, prefiriendo “la catástrofe porque pueden sacarle rédito electoral” y lo ejemplificaba en el voto en contra del decreto ley.
“La responsabilidad me lleva a apoyar las medidas y ser coherentes para salir cuando antes de la crisis”, le decía.
Pero para Arenas la óptica distinta que cada uno tiene más que ver con que “yo estoy en la calle y usted en la macroeconomía” y le reiteraba que no se podía pedir sacrificios desde una administración “que despilfarra sin control”, por eso el adelanto de las elecciones generales “es un camino de esperanza para la sociedad española, porque el problema no son las medidas, sino el crédito o no, y no lo tienen ni Zapatero, ni Chaves ni usted”.
Frente al derroche, austeridad; frente al gasto corriente, inversión y frente a la soberbia, humildad, le recomendaba a Griñán, al que terminaba calificando como “el hombre de hielo que congela las esperanzas de la gente”.
Y Griñán comenzó el ataque, primero por su visión diferente, que achacó a que él no iba por Marbella o por Roquetas, “que es donde se entera de las cosas”. Después pasó al decreto-ley, acusándoles de ir, no contra las medidas, sino de ir buscando el adelanto electoral, cuando sin decreto, aún con elecciones, “sería el mayor desastre”.
Que sea ZP malo, no los hace a ustedes buenos
Según el presidente andaluz, no se han abstenido como otros grupos “porque están convencidos de que ganarán las elecciones y todo se resolverá”, cuando “que Zapatero sea malo no les convierte a ustedes en buenos”, provocando una reacción de sorpresa, risas e incredulidad entre los diputados y el público asistente.
Griñán intentaba explicarse entre el barullo que se había formado: “¿Cómo un desastre como Zapatero tiene mejor valoración que ustedes? Eso no tiene sentido”, apuntaba para reflexionar que sería “imposible” alcanzar un pacto de Estado con los populares “porque quieren elecciones”.
Y para seguir atacándole, a cuenta del desprestigio que según él se desprende de las intervenciones de los populares, le sacó el tema de las dietas y los pisos de los que disfrutan los cargos públicos, que Mar Moreno ya se había encargado de defender -muy bien, por cierto- en una intervención anterior.
Para Griñán, las críticas del PP a los pisos, a las dietas, a las cesantías, de las que ha disfrutado incluso el propio Arenas, “le hacen un flaco favor a la democracia” y a los que ejercen la política “desde el compromiso, la honestidad y la transparencia”.
“Ustedes ejercen el derecho, pero es un escándalo cuando lo hace el PSOE”, le decía mientras le pedía respetar “las reglas del juego” antes de entrar en la misma política que critica: “usted entró en la Administración a dedo”, le echaba en cara, en referencia a que pasó a ser funcionario cuando se traspasaron las competencias de Cultura y él estaba de asesor en el Ayuntamiento de Sevilla, provocando el revuelo en la bancada de los populares.
Tras defender que los servicios públicos son los que hacen posible que los ciudadanos “tengan derechos y servicios”, le invitó a hablar del tamaño que debe terner el sector público, qué se debe hacer con él y cómo debe funcionar. “Pero ensuciando el terreno, ni usted gana ni gana la democracia”, concluía.
La refriega ocultó la defensa que hizo Diego Valderas, de IU, de una salida de izquierdas frente al neoliberalismo que han aceptado con docilidad en el PSOE. “Le pide ejemplaridad y sacrificios a pensionistas y empleados públicos, pídaselos a los grandes poderes, que paguen los que más tienen”, le espetaba Valderas ante la enésima explicación macroeconómica de Griñán, que le emplazó a debatir el plan de ajuste andaluz en el debate del estado de la Comunidad.
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