Así, en Andalucía existen un total de 155.949 mujeres llamadas María del Carmen (un 3,6 por ciento de la población femenina de la comunidad) y 245.829 hombres de nombre Antonio (5,8%).
Pero es curioso que, entre las mujeres, el segundo nombre más común es el de María (148.793 mujeres, 3,5%), seguido del de Carmen (119.380 mujeres, 2,8%), es decir, los dos nombre simples que componen el de María del Carmen. Tras ellas, se encuentran las Dolores (90.964 mujeres) y las Josefas (89.286), ambas con el mismo porcentaje de 2,1% entre la comunidad andaluza.
Entre los hombres, sin embargo, a los Antonio les siguen de cerca los Manuel (219.618 hombre, 5,2%), los José (193.869, 4,6%), los Francisco (186.844, 4,4%) y los Juan (116.172, 2,7%).
En general, según indicó el IEA en una nota, estos nombres son especialmente frecuentes entre los más mayores, aunque lentamente
están perdiendo importancia (una milésima en este año), fundamentalmente por los cambios en preferencia de otros nombres de pila en las generaciones más jóvenes, como es el caso de Lucía, Rocío o Cristina entre las mujeres y Alejandro, David y Daniel entre los hombres más jóvenes.
La distribución territorial de nombres y apellidos es otra de la cuestiones ampliamente tratada en esta estadística. La casuística es enormemente variada tanto como la diversidad en las denominaciones de
los andaluces. Todas ellas tienen alguna característica interesante en su distribución territorial.
En el caso de los apellidos, es posible imaginar el origen y los procesos de difusión que muchos de ellos han seguido en Andalucía. Algunos apellidos son habituales en una provincia y raros en el resto. Así, en Almería pueden señalarse apellidos tales como Montoya, Belmonte,
Salmerón, Caparros, Asensio, Úbeda y Góngora, mientras que en Cádiz podemos encontrar Benítez, Soto, Puerto y Marchante.
Por su parte, algunos de los más comunes en Córdoba son Luque, Jurado, Baena, Córdoba, Mangas, Calero y Bujalance. En Granada, están Bolívar,
Corcel, Espigares, Molino, Casares e Hita; en Huelva, Borrero, Toscazo, Huelva, Limón, Feria, Coronel, Pichardo, Oria y Llanes; en Jaén, Camara,
Palomares, Anguita, Rus, Higueras, Araque, Justicia y Bailén; en Málaga, Vegas, Atencia, Bandera, Villodres, Berrocal y Conejo; mientras que en Sevilla hallamos Gordillo, Guisado, Velásquez, Morillas, Mejías, Lora, Japón, Begines, Pradas y Benjumea.
La distribución de la mayoría de los apellidos no está constreñida por las demarcaciones provinciales, sino que se extienden, aunque de manera
característica, por amplios espacios de toda Andalucía, como es el caso de algunos apellidos muy frecuentes como García o Muñoz, con preferencia por el centro de Andalucía, y Martínez, por el extremo nororiental.
PREFERENCIAS POR PROVINCIAS
Por provincias, se conectan claramente mediante las frecuencias de sus apellidos. De este modo, Luque conecta Córdoba con Málaga por su distribución a lo largo de la ruta Lucena-Antequera. Baena conecta la campiña de Sevilla y Córdoba. Cobos conecta tres provincias mediante el triángulo Antequera, Loja, Lucena. Manzano conecta Almería y Granada por la costa. Cordero conecta Cádiz, Sevilla y Córdoba por la costa y el río Guadalquivir.
En el caso de la distribución espacial de los nombres de pila, la casuística no es menor, existen modelos de difusión similares, aunque en este caso la propagación se debe a cuestiones culturales. Existen
casos de nombres restringidos prácticamente a un municipio y sus alrededores, como el caso de María Águila en Alcalá de Guadaíra, Montemayor en los alrededores de Moguer, Valle en el entorno de Écija, o Bella, Regla y Milagrosa en relación a la patrona de un pueblo concreto.
Otros nombres tienen áreas de extensión más amplias, aunque claramente
localizadas, valga de ejemplo Rafael con una preferencia muy alta en Córdoba o Macarena en Sevilla. Otros nombres, sin embargo, se extienden
de manera bastante difusa a lo largo de todas las provincias, como Eva, Cristian y Montserrat.
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