El procesado ha relatado al tribunal que lo juzga en la Audiencia Provincial de Málaga durante la primera jornada del juicio que "tenía mucha rabia" y que sabía que estaba mal lo que hacía, pero que "era una combinación de saber que estaba mal y a la vez me sentía libre".
El fiscal considera probado que el conductor, A.B.M., de 42 años, "a sabiendas de que se trataba de una calle peatonal" y tras observar que había mucha gente quiso "atropellar sorpresivamente a todas aquellas que no pudieran huir" por lo que le pide 40 años de prisión por cinco delitos de asesinato en grado de tentativa.
El ex guardia civil ha reconocido que había dejado la medicación, pero ha argumentado que su psiquiatra no le dijo que continuara con la misma y ha apostillado: "Yo me encontraba bien y estaba incluso estudiando en una academia".
Durante su declaración, el acusado se ha excusado en que su intención "no era provocar la muerte, sólo golpear" y, a preguntas de que si sabía que al atropellar podía matar, ha afirmado que sí, "pero los golpes no eran muy fuertes" ya que iba a menos de 80 kilómetros por hora, "iba en segunda", ha apostillado.
El kamikaze ha reiterado en varios momentos de su declaración que su intención no era matar a gente "quería matarme yo" porque tenía mucha rabia, y ha añadido que le costaba dominarse, debido a que sufría dolor mental y emocional.
Durante la fase testifical también han declarado siete psiquiatras que han coincidido en que fue responsable de sus actos a pesar de los trastornos mentales.
Pese a ello, uno de los peritos ha precisado que el imputado "percibe la realidad de una forma distorsionada" por lo que debe ser ingresado en un centro especializado y recibir tratamiento para su patología.
El ministerio público relata que el acusado a primera hora de la mañana del 30 de agosto estaba "deseoso de su propia muerte" y que se dirigió con el vehículo de su hermana desde la localidad malagueña de Fuengirola hacia Málaga capital.
En primer lugar, el imputado tuvo la intención de hacer un trompo en la autovía para que le golpearan otros coches y poder morir, pero no encontró supuestamente la ocasión y, siguió hasta Málaga.
Al llegar a la altura del centro pensó en arrollar con el vehículo a unos agentes de la Policía para seguir adelante y que le pegaran algunos tiros y que le mataran, pero no los encontró.
Por ello, el guardia civil retirado pensó entrar en la calle peatonal y atropellar a gente para posteriormente estrellarse con una pared.
El fiscal destaca en su escrito que el acusado padece una alteración o trastorno de la personalidad que motivó su absolución por aplicación de la eximente de alteración psíquica en una sentencia anterior dictada en 1999.
En dicha sentencia se hacía hincapié en la necesidad de tratamiento médico continuado pero el procesado no lo cumplió desde 2006 y se lo ocultó al médico.
En su declaración ante el magistrado, plenamente consciente de lo que había ocurrido, el individuo admitió los hechos y aseguró que sintió un impulso para hacerlo, y que si en un futuro le volviese a pasar, no podría controlarlo.
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