Dice Elías Bendodo que las tres cualidades que le han permitido a Juanma Moreno gobernar durante más de cuatro años en Andalucía son: gestión, moderación y humildad. Yo, sin embargo, subrayaría el sentido común del presidente andaluz. Ése que le permitió, contra pronóstico, conquistar la mayoría absoluta (suficiente) hace poco más de un año. Por eso, no entiendo la obstinación en el tema de Doñana. El Parlamento andaluz, con los votos de PP y VOX, ha comenzado la tramitación -vía urgencia- de una proposición de ley para legalizar unas 800 hectáreas de regadío en el entorno del Parque Nacional pese al rechazo de los grupos de izquierda, científicos, ecologistas, Gobierno central y Comisión Europea. Todos contra la iniciativa legislativa de la Administración andaluza, en un momento crítico para los acuíferos de esta reserva medioambiental -según los expertos de la propia Estación Biológica de Doñana- y a menos de dos meses de las elecciones municipales del 28M.
Ante este panorama, ¿qué pide el sentido común? Pues, seguramente, lo que habría hecho el Juanma Moreno de la legislatura anterior: retirar la iniciativa y hacer un esfuerzo de comunicación para tratar de acordar con todos los grupos políticos y las administraciones implicadas aquellas medidas que permitan preservar Doñana para las próximas generaciones, y así despejar cualquier duda. Es decir, liderar la acción institucional para evitar que el parque se seque.
Continuar la tramitación supone perseverar en el error. No es fácil, claro, tras las desafortunadas declaraciones de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, acusando al presidente andaluz de arrogante y actuar de mala fe. Si la iniciativa de la derecha andaluza ha tenido un claro efecto beneficioso es que, al menos, ha puesto al Parque Nacional en el centro del debate. Doñana no se seca ahora, cuando la situación de sequía es extrema, se lleva secando lustros; quizás décadas en las que la inacción institucional ha sido constante pese a la permanente llamada de atención de científicos y colectivos ecologistas, y las advertencias de la Comisión Europea. Si, durante la pandemia, los políticos se jactaban de seguir los consejos de los científicos, ¿por qué no hacer lo mismo con un tema medioambiental de primer orden con un Parque Nacional en la UVI?
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