Dos investigaciones paralelas llevadas a cabo por la Policía Nacional en Granada han permitido destapar una trama de estafa a familiares de menores y jóvenes extranjeros, principalmente brasileños, a quienes requerían elevadas sumas de dinero con la falsa promesa de hacerles futbolistas profesionales de élite.
En el marco de estas operaciones, denominadas Gol y Alevines y desarrolladas durante el primer trimestre de este año, han sido detenidas once personas e investigadas otras dos como presuntos miembros de ambas organizaciones.
Se trata de dos escuelas-club de fútbol de categorías juveniles y senior de Granada, ha informado la Policía, cuya investigación partió de la denuncia de un jugador y su entrenador que decían haber sido fichados en su país de origen por una de estas escuelas, ubicada en un pueblo del área metropolitana de Granada, para participar en competiciones deportivas oficiales.
La familia abonó los 5.000 euros requeridos por los responsables del club, que incluían alojamiento, manutención, desplazamientos, seguro médico privado y matrícula en un centro docente oficial para obtener la residencia legal por estudios en España, trámite del que se encargaría la abogada de la escuela-club.
Tras varios meses de estancia, relata la Policía, comprobaron que nada de lo acordado se cumplía, mientras los gastos exigidos aumentaban cada mes.
LOS ESTAFADOS: JÓVENES BRASILEÑOS DE ENTRE 16 Y 23 AÑOS
Las primeras indagaciones sobre el club-escuela evidenciaron la existencia de unos 30 jóvenes extranjeros de entre 16 y 23 años de distintos orígenes, aunque en mayor número brasileños, a quienes alojaban en dos viviendas alquiladas por el club deportivo en un pueblo del área metropolitana de Granada.
En paralelo, los agentes hallaron indicios de relación entre los responsables de este club-escuela con otro situado en otro municipio granadino, cuyos jugadores, unos 40, también mayoritariamente de Brasil, residían en una casa propiedad de los directivos.
Además, los responsables de ambos clubes habían presentado multitud de expedientes de regularización en la Oficina de Extranjeros de la ciudad que, de modo sistemático, siempre terminaban siendo denegados, ya que, en la mayoría de los casos, la documentación presentada estaba incompleta o fuera de plazo.
Se da la circunstancia de que ninguno de los jugadores de ambas escuelas asistía a clases, pese a que en todos los expedientes de regularización se aportaban matrículas de centros docentes.
HACINAMIENTO, ESCASA COMIDA Y SIN RESIDENCIA LEGAL
Además, vivían en las casas facilitadas por los clubes en condiciones de hacinamiento, con escasa comida, sin que ninguno de ellos consiguiera regularizar su residencia legal y aportando cada mes entre 1.500 y 1.700 euros que la organización reclamaba a sus familias, una cantidad que se sumaba a los 5.000 inicialmente entregados.
Según la Policía, el engaño a las familias iba más allá, ya que les decían que no podían federarse, cuando la federación andaluza de fútbol sólo exige un pasaporte en vigor para participar en competiciones oficiales a nivel provincial o autonómico.
El modo de actuar de la organización era siempre el mismo: Captaban en sus países de origen a jóvenes de entornos económicos acomodados y habilidades como futbolistas, para trasladarse a España con el gancho de ser futuros futbolistas profesionales, para lo que les proponían comenzar a jugar en equipos de categorías inferiores, juvenil o senior, con opciones de ser descubiertos y fichados por clubes mundialmente conocidos.
Las expectativas de ser futbolistas profesionales concluían una vez que caducaban los visados o los periodos de estancia como turistas, o cuando la familia no podía asumir el elevado coste económico exigido, momento en el que el joven regresaba a su país o se quedaba en situación irregular en España, y era sustituido por otro jugador captado de igual forma.
Esta trama criminal estaba compuesta por tres eslabones, el primero de los cuales estaba formado por los captadores, residentes o desplazados hasta los países de origen de los estafados para contactar con las familias, los mismos que se encargaban también de facilitar la documentación a los extranjeros.
El segundo estaba integrado por los propietarios de centros docentes que certificaban la falsa matriculación de los extranjeros para que pudieran obtener visados y facilitarles las condiciones de acceso en frontera.
Y el tercero lo componía el equipo directivo, encargado de diseñar la estrategia, adquirir o alquilar las viviendas en las que alojarlos y simular trámites para estafar a las familias.
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