Málaga

Málaga CF - Levante: a centímetros de una victoria de fe (0-0)

El Málaga fue mejor que el Levante en un partido con dos expulsados (Juande y De Frutos) y un gol de Rubén Castro que se anuló por un ajustado fuera de juego

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  • Momento en que expulsan a Juande. -

Una imagen que sirve por sí sola de crónica fue el aplauso que parte de la afición le dedicó a sus jugadores tras un empate a cero. Eso dice mucho de lo que demuestra el equipo, peleón y que se rebela contra su propio destino. Pero solo se cosecha un punto que vuelve a dejar en nada los esfuerzos y las ilusiones. Como quien va a la cabalgata y coge tres caramelos.

El gol de Rubén Castro a poco del final se celebró durante un minutos, pero al rato se anuló por un fuera de juego milimétrico. Se fue mejor que el Levante, pero otra vez el acierto y la mala suerte condenaron al fracaso.

La crispación la provocó el colegiado, Oliver De la Fuentes Ramos, con decisiones a veces entendibles y muchas otras de nivel bajo. Faltas de las que cabrean a un equipo y a una afición que lleva en descenso desde las primeras jornadas. Una amarilla a Juande en el minuto 15 desquició al cordobés, y terminaría siendo condenatoria, porque en la segunda parte acabó expulsado. Al menos, minutos después, recibió una roja directa De Frutos para impedir al Levante subirse a la parra.

Pellicer colocó a los mismos 11 jugadores de Las Palmas -y la misma disposición sobre el campo, con tres centrales- y el equipo funcionó muy bien desde un principio. Con ganas de ganar, de agradar y de empezar golpeando.

El triángulo Ramón-Febas-Villalba en el centro asegura tener la posesión y también la implicación atrás, y poblar la banda izquierda con Cristian y Lago Junior es una autopista asegurada. Por ese costado, el Málaga empezó a percutir, aunque los primeros acercamientos vendrían a balón parado, una seña de identidad del técnico castellonense.

Sin noticias del Levante, en la primera media hora se vio superado por un Málaga con el cuchillo entre los dientes. Los jugadores tomaron la iniciativa, marcaron el ritmo y también las intenciones: un disparo de Ramón desde el balcón del área que rozó el palo despertó el furor de la afición. Aquella gran jugada llegó de un saque de puerta, una magnífica maniobra de Lago, un buen pase atrás de Fran Sol y la llegada de Ramón. Tenían que claro que el esfuerzo y la solidaridad grupal era el camino hacia el triunfo.

La bajada de tensión llegó minutos después de esa ocasión con un remate de Iborra, solo en el segundo palo, que ya muchos aficionados granotas cantaban. En la recta final del primer tiempo, esa chispa del primer tramo se fue apagando y ahí, el equipo de Javi Calleja tuvo su momento para golpear, pero para suerte del Málaga, Marc Pubill la echó fuera en un contragolpe.

Después de un comienzo algo insípido, Pellicer movió el banquillo y fue con todo. Andaba perdido Fran Sol, sin apenas participación en el juego de ataque. Por eso se recurrió a Rubén Castro y Pablo Chavarría, que entraron por Ramón y el propio Sol. Justo antes tuvo el Málaga el primero, pero el remate a trompicones de Lago se estrelló con el palo, aunque fue demasiado para el poco espacio que tenía estando pegado a la línea de cal. La afición se subía al barco de la fe con cualquier resquicio de gol.

Por contra, pasó lo que pasó. Cosas del fútbol y la vida misma, que cambia en un segundo. De una jugada en la que se pidió falta a Febas se pasó a un contraataque del Levante que acabó con Juande llegando tardísimo al corte y arrollando a Jorge de Frutos. Así fue expulsado por doble amarilla. Una pesadilla mil veces vivida esta temporada. El Málaga se quedaba con uno menos en el minuto 60.

Pellicer metió rápidamente a Escassi y el paleño sería quien protagonizó la siguiente jugada decisiva del encuentro. Nueve minutos después, el futbolista que había sufrido la entrada de Juande, Jorge De Frutos, fue expulsado también. Una roja directa por un pisotón en el muslo cuando el centrocampista del Málaga cayó al suelo a por un balón. Eso alborotó más todavía el partido.

Más espacios, más abiertos al error tras pérdida. Así llegaría el remate de media volea de Bouldini que sacó con un vuelo prodigioso Yáñez en el paradón de cada partido. Pasaban los minutos y faltaba la llama del joven cordobés que encandiló a ojeadores y aficionados en Las Palmas. Hasta lo pidió la grada de animación, dirigiéndose a Pellicer: "¡Saca a Calvo ya, saca a Calvo ya!"

Aquello pareció una orden, más que un deseo, porque a los dos minutos ya estaba Álex Calvo en el verde, que tuvo un par de acciones en las que intentó ser lo más vertical posible. Tuvo un sprint hacia el mano a mano que se echó demasiado largo. Y un minuto después se obró el presunto milagro, el golpe de suerte que terminó siendo mala fortuna. 

El maldito VAR. Después de haber gritado como posesos el gol de Rubén Castro, que empujó un rechace tras disparo de Chavarría, minutos después acabó anulado por fuera de juego, orden directa de La Rozas. Los centímetros que separan “el sí se puede” del “más difícil todavía”.

Se añadieron nueve minutos de descuento entre tanta pérdida de tiempo y se dio cuenta Pellicer que debía cambiar de banda a Calvo, que pasó de la izquierda a la derecha. Lo intentaba ya dando palos de ciego, pero la triste realidad es la que es. Otra jornada más sin ganar y eso ralentiza mucho todo esto. Es ganar o ganar, no empatar. El lunes 27 tendrá que hacerse de nuevo en casa ante el Leganés.

 

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