No habrá, para mí, día de Andalucía perfecto hasta que no se encuentren los huesos de Blas Infante. Es una mancha muy grande para estos cuarenta y pocos años que su memoria no se haya merecido este esfuerzo.
Tres años después de abierta la fosa de Pico Reja ha sido cerrada tras la exhumación de mil ochocientos cadáveres. Hemos descubierto que Queipo de Llano nos dio el maldito honor de situarnos entre los primeros de Europa en cuanto a barbarie por represión. El número de cadáveres ha sido muy superior al esperado teniendo en cuenta que es una sola fosa y que quedan muchas más.
La tarea de contrastar el ADN con los familiares empieza ahora. Las ruedas de la historia se mueven lentas a la hora de hacerle justicia a las víctimas. Empezando por el tiempo que ha llevado sacar de La Macarena a semejante asesino. Más de una década estuvo matando a gente en Sevilla, Queipo el de las arengas, llevaba más de cuarenta y cinco mil víctimas a sus espaldas.
Ojalá dejasen los libros de historia de mentir a nuestros hijos equiparando dos bandos en una guerra civil. Quiero a los libros de historia andaluces contando cómo se hicieron las cosas en nuestro territorio, ninguno habla de Queipo y su forma de llenar fosas. Para nuestros estudiantes Arias Navarro es el último primer ministro del Régimen, nada se dice de su relevante actuación como "carnicerito de Málaga".
Muy incompleta está aún en la mente de la mayoría la historia andaluza, el saber qué celebramos. Echo de menos que en Andalucia no haya cuajado un partido andaluz después del fiasco del Partido Andalucista que pretendió hacernos tragar una autonomía por el artículo 143 en vez del 151, una autonomía de segunda.
No basta con cantar el himno, desayunar pan con aceite y al día siguiente día de fiesta.
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