Mas de 150.000 personas reunidas a orillas del Vístula, 45.000 de ellas en la abarrotada Plaza del Mercado de Cracovia, hicieron olvidar la ausencia masiva de estadistas de todo el mundo, que disculparon su inasistencia por la nube de polvo volcánico de Islandia que bloquea el tráfico aéreo en gran parte de Europa.
Campesinos de las montañas del Tatra vestidos con sus trajes regionales, ferroviarios, bomberos y mineros en uniformes de gala, operarios de los astilleros de Gdansk con sus banderas del sindicato Solidaridad, pero también muchas familias sencillas, con mochilas al hombro llenaron la bella ciudad medieval.
Y todos ellos haciendo ondear miles de banderas nacionales con crespones negros, entonando incesantemente salmos y el himno nacional durante la espera para el comienzo del oficio religioso, acompañados por numerosos religiosos y monjas de distintas órdenes que se habían sumado igualmente a la despedida popular.
Testimonio del ambiente que se vivía en Cracovia fue la ovación que arrancó en el exterior de la basílica el primado de la Iglesia Católica Polaca, Henryk Muszynki, cuando al término de la misa afirmó que “Dios, honor y patria fueron los lemas de Kaczynski durante su vida”.
Los féretros de Lech Kaczynski y de su esposa María fueron acompañados a la salida de la Basílica de Santa María, donde se oficiaron los funerales durante mas de dos horas, por miles de voces que entonaban el himno nacional polaco y una gran salva de aplausos.
Sobre sendos catafalcos colocados sobre cañones y arrastrados por vehículos militares, con banda de música militar y una guardia de honor, el matrimonio recorrió la distancia que les separaba del castillo de Wawel, donde sus restos reposarán eternamente en un sarcófago de alabastro en una de las criptas de la Catedral de San Estanislao y San Wenceslao.
En el cortejo mortuorio a pie, que encabezaron Marta, la única hija del matrimonio presidencial, y Jaroslaw Kaczynski, el hermano gemelo del presidente, figuraba la curia polaca completa y las autoridades del país, como el primer ministro, Donald Tusk, y el presidente en funciones, Bronislaw Komorowski.
De entre los pocos estadistas que llegaron a desplazarse a Cracovia destacó la presencia del presidente ruso, Dmitri Medvedev, a quien los polacos agradecen la solidaria reacción de su pueblo tras el accidente aéreo que costo la vida a 96 personas en el aeropuerto de Smolensk.
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