Fuentes del caso informaron a Efe de que tanto el fiscal de Seguridad Vial de Sevilla como la acusación particular que ejercen las familias de las dos víctimas se han opuesto a la libertad solicitada por el imputado F. V. R, de 30 años, sobre lo que el juez se pronunciará en los próximos días.
Las acusaciones se han opuesto a la libertad de F. V. R. por la gravedad de los hechos, el riesgo de fuga y para evitar que siga cometiendo delitos, según las fuentes, pues según el atestado policial cuando se produjo el atropello tenía el permiso de conducir retirado, presentaba doble alcoholemia de la permitida y se saltó un semáforo en rojo.
El juez de instrucción 9 de Sevilla tomó ayer declaración a nueve testigos del atropello ocurrido en la madrugada del 3 de abril junto a la Torre del Oro de Sevilla, cuando las jóvenes Patricia Alfaro y Almudena González regresaban de ver procesiones.
Un policía libre de servicio, el propio taxista y otros testigos declararon que, tras percatarse del atropello, el taxista persiguió al coche del acusado y le cortó el paso interponiendo el morro de su vehículo, aunque sin llegar a atravesarlo del todo, al tiempo que le increpaba sobre lo ocurrido.
Pese a ello, las acusaciones no ampliarán de momento los delitos de homicidio imprudente y contra la seguridad del tráfico que pesan sobre el encarcelado a otro por omisión del deber de socorro porque no es el momento procesal para hacerlo, han añadido las fuentes.
Otros testigos declararon que las dos víctimas cruzaban el paso de cebra en verde para los peatones, según las fuentes.
Una de las testigos fue la joven que acompañaba a las dos fallecidas, que se había quedado atrás pagando el taxi y que cuando se produjo el atropello estaba aún en la acera subiéndose la cremallera de la cazadora, quien declaró que cuando sus amigas cruzaban vio el muñeco en verde para los peatones.
Además de los nueve primeros testigos presenciales del atropello, ayer también acudieron al juzgado el novio y otros familiares de la joven madrileña Patricia Alfaro, quienes recogieron sus pertenencias personales.
El padre de la joven, José Alfaro, dijo a los periodistas que su hija era "una persona bellísima, bondadosa y todo dulzura" y lamentó que "unos sinvergüenzas que van por ahí matando gente se vayan de rositas".
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