La investigación de la policía catalana se inició a finales del año pasado tras producirse asaltos en localidades del Maresme, y en diciembre los agentes detuvieron en Sant Cugat del Vallès a uno de los supuestos miembros de la organización, cuando se preparaba para cometer un robo en una vivienda con un vehículo robado en Godella (Valencia).
Los investigadores determinaron que formaría parte de un grupo muy activo y con gran movilidad por la costa catalana y levantina, lo que impulsó la creación de un grupo conjunto entre los Mossos y la Guardia Civil, que también había detectado un incremento de robos en domicilios, empresas y entidades bancarias con el método del butrón.
Situaron a los integrantes de la banda en las provincias de Barcelona y Alicante, divididos en dos grupos y con conexiones entre ellos que, supuestamente, se intercambiaban personal y medios para la comisión de algunos delitos que requerían cierta especialización.
Actuaban de una forma muy organizada, con un reparto de tareas muy determinado: una parte del grupo se dedicaba a la vigilancia para proteger a los autores materiales del robo, una segunda perpetraba el asalto y, una última, se encargaba de facilitar la huída.
Los miembros del grupo pasaban desapercibidos como trabajadores en el barrio donde residían y, cuando salían a cometer robos, se trasladaban a descampados situados en lugares alejados de sus domicilios y en zulos preparados se cambiaban de ropa y recogían las herramientas que utilizaban en el asalto.
Tras los robos, volvían a los zulos para esconder las herramientas, la vestimenta y el botín conseguido antes de darle salida en el mercado ilegal. Los agentes localizaron y registraron tres de los zulos, uno en Badalona y dos en Alicante, además de cinco pisos pertenecientes al grupo en San Juan de Alicante, Benidorm y Barcelona.
En ocasiones, los robos derivaban en acciones violentas, como en una nave industrial de Monforte de Cid (Alicante), donde lesionaron al vigilante de seguridad, o en una vivienda de Cabrera de Mar (Barcelona), donde agredieron a la mujer de la limpieza.
El material robado era vendido a receptadores y, en ocasiones, lo habrían enviado a Europa del este para que sus familiares los vendiesen, donde también enviaban parte del dinero conseguido en los asaltos.
Los agentes intervinieron documentos de identidad falsificados, 120.000 euros, 20 vehículos de gama alta, gran cantidad de joyas, material electrónico, inhibidores de frecuencia, portátiles y herramientas para la comisión de robos, entre ellas una tuneladora.
Los Mossos atribuyen al grupo delictivo una cuarentena de robos en Catalunya, en poblaciones como L'Ametlla del Vallès, Bigues i Riells, Bellaterra, Palafolls, Sant Vicenç de Montalt, Sant Andreu de Llavaneres, Premià de Dalt, Cabrera de Mar, Cabrils, Alella y Tiana, a los que se suman la treintena que les imputa la Guardia Civil en las provincias de Alicante, Castellón, Málaga, Sevilla, Córdoba y Granada.
El grupo, además, habría cometido los delitos de robo y hurto de uso de vehículo, falsificación documental, blanqueo de capital y asociación ilícita. La operación continúa abierta y no se descartan más detenciones, así como su relación con otros hechos delictivos.
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