La provincia de Málaga ha rebasado por primera vez los 1,7 millones de habitantes, tras sumar casi 22.000 nuevos residentes en solo un año. La pujanza económica de la región es paralela al incremento constante de su población, gracias a la llegada de extranjeros y de españoles de otros puntos del país, y todo apunta a que esta tendencia continuará en los próximos años.
Málaga, con su capital a la cabeza, se ha convertido en una de las regiones españolas más atractivas para vivir. Su clima templado, el mar, su dinamismo económico, su ambiente cosmopolita, las buenas conexiones de transporte, su amplia oferta cultural o su consagración como polo de empresas tecnológicas han hecho de ella el destino ideal.
Prueba de ello es que cada vez son más las personas que fijan aquí su lugar de residencia, como lo evidencian los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE): en la última década, entre 2011 y 2021, la provincia ha ganado más de 100.000 habitantes (+6,4 %), situándose como la segunda que más crece porcentualmente de España, después de Baleares.
Buena parte de estos nuevos residentes se han asentado en la capital, que ya supera los 577.000 empadronados, y otros municipios costeros como Mijas, Vélez-Málaga o Rincón de la Victoria.
Esta tendencia, lejos de variar, seguirá en próximos lustros. El INE estima que la provincia de Málaga pasará de los 1,71 millones de habitantes que tiene en la actualidad a los 1,99 millones en 2037, lo que supondrá un aumento del 16,5 %, prácticamente el doble que la media nacional, alcanzando a Sevilla en población.
La clave de este incesante crecimiento demográfico hay que buscarla en el factor migratorio. Málaga se ha convertido en una tierra de oportunidades para la gente de fuera, tanto de aquellos procedentes de otras provincias españolas (migración interior) como, especialmente, de otros países (migración exterior).
De hecho, los datos del padrón muestran que seis de cada diez nuevos residentes malagueños son extranjeros y las previsiones apuntan a que en 2037 habrá 246.000 empadronados foráneos más en la provincia, superando los 600.000.
El teletrabajo ha propulsado la llegada de nuevos residentes a Málaga, los llamados nómadas digitales, pero la provincia atrae también a profesionales cualificados del ámbito tecnológico, a ciudadanos del norte de Europa que ansían un mejor clima o a trabajadores de otras comunidades y países en busca de nuevas oportunidades laborales.
Algunos de estos nuevos pobladores, españoles y extranjeros, son Leo, Debora, Salomé, Michael y Yakov, que explican a EFE su experiencia personal, qué les ha llevado a mudarse a Málaga y cuáles son sus planes de futuro.
Yakov Villasmisil, venezolano de 47 años.
Tras vivir durante más de dos décadas en países como Estados Unidos, México, Turquía o Bielorrusia, Yakov Villasmil decidió instalarse en Málaga, procedente de Barcelona, junto a su mujer, de origen bielorruso, y sus dos hijos menores, "en busca de sol y buen tiempo".
Villasmil ya había visitado anteriormente Málaga y la ciudad le fascinó: "Tiene un buen tamaño, unas vistas lindísimas y los malagueños son muy abiertos, dulces y hospitalarios", explica este empresario venezolano, que dirige una empresa de venta telefónica y vive en la zona residencial de El Limonar, en la capital.
Villasmil, que llegó a Málaga el pasado mes de julio, prevé quedarse aquí al menos hasta que su hijo mayor, que ahora tiene 17 años, empiece la universidad, previsiblemente en Reino Unido o Estados Unidos. Tiempo suficiente para que sus dos vástagos aprendan español, el objetivo principal que trajo a esta familia hasta el sur de España.
Michael Reiner, alemán de 60 años
Michael Reiner y su mujer Susann, de 50 años, son de la ciudad alemana de Herrenberg, en la región de la Selva Negra, donde en invierno se registran temperaturas de hasta 15 grados bajo cero. Ambos teletrabajan y ya conocían Málaga, por lo que decidieron mudarse aquí en busca de un clima mejor.
Reiner vende timbres de bicicleta por internet y su mujer hace lo propio con ropa de segunda mano. Llevan solo dos meses aquí y aseguran sentirse "muy felices" de poder disfrutar de una ciudad abierta, alegre, hospitalaria, con mucha vida en las calles, una amplia oferta cultural y con un clima "fenomenal".
"Málaga es una ciudad ideal para nómadas digitales", asegura Reiner, que se encuentra tan a gusto aquí que no se ve en un futuro viviendo en otra ciudad: "Nuestro plan es quedarnos aquí muchos años".
Salomé Murillo, extremeña de 40 años
Murillo se define como "una trotamundos de culo inquieto" y ha recalado en Málaga junto a su anciana perra chihuahua, Laura, de 20 años, tras vivir en ciudades como Madrid, Badajoz, Valencia o Tarifa.
Aquí llegó a mediados de 2019 en busca de trabajo, porque en Extremadura no había muchas oportunidades. Los primeros meses estuvo compartiendo piso y alternando trabajos esporádicos en sectores como la hostelería o la limpieza; ahora reside sola en un piso con vistas al mar y desde hace medio año regenta un supermercado y una cafetería en la zona residencial de Añoreta, en el Rincón de la Victoria.
"Estoy muy orgullosa de todo lo que he conseguido en tan poco tiempo", señala Murillo, que reconoce que le motivan los retos y comenzar cada equis tiempo de cero: "Soy un conquistadora y, como buen escorpio, siempre resurjo de mis cenizas", bromea.
Lo que más valora esta emprendedora de Málaga es su buen clima y el mar: "Eso me cura y me calma, y a mi perra le ha alargado la vida", afirma Murillo. Tras visitarla este pasado verano, su madre cayó rendida a los encantos de Málaga y decidió mudarse al Rincón de la Victoria, donde ahora también valoran trasladarse sus otros dos hijos.
Debora Fant, italiana de 30 años
Lo de Debora Fant y su pareja con Málaga fue amor a primera vista. Vinieron unos días de vacaciones a principios de febrero y tanto les gustó la zona que decidieron buscar piso de alquiler y mudarse a aquí desde Milán a finales de ese mismo mes.
Así que volvieron a Italia, hicieron las maletas, recogieron a sus dos perros y dos gatos y pusieron rumbo a su nueva vida en España en una furgoneta.
Fant es entrenadora personal, aunque trabaja principalmente de forma virtual, y desde hace poco también cuidadora de mascotas. Francesco, su pareja, de 36 años, es mecánico aeronáutico y viaja constantemente por todo el mundo.
Esta pareja decidió venir a Málaga huyendo del frío, la lluvia y el mal tiempo de Milán y se enamoró de un ático con espectaculares vistas al Mediterráneo en una tranquila zona residencial de Rincón de la Victoria, a unos 20 minutos en coche de la capital.
Aunque son felices aquí, donde la familia ha crecido con la adopción de un tercer perro llamado Thor, Fant recuerda que son jóvenes, no tienen hijos y pueden trabajar desde cualquier ciudad, así que no descarta en unos años volver a hacer las maletas y probar suerte en otra ciudad.
Leonardo Rubén Rodríguez, argentino de 47 años
Leo Rodríguez aterrizó en Málaga el pasado mes de abril, después de que su mujer, Lila Martínez, que por entonces vivía en Madrid con su hijo León, decidiera huir de la gran ciudad y mudarse a un sitio más tranquilo, cerca del mar y que ofreciera oportunidades laborales.
Rodríguez, que nació en el municipio argentino de Roque Pérez, aunque tiene también nacionalidad italiana, encontró de seguida empleo en la hostelería y desde entonces no ha parado de trabajar. Su mujer es licenciada en Comunicación Social y teletrabaja como autónoma para un par de fundaciones, una española y otra argentina.
"Estamos enamorados del lugar y de la gente. Málaga nos ha acogido muy bien y nos sentimos muy a gusto, nos hemos adaptado en todos los sentidos", asevera Rodríguez.
"Nuestra idea -añade Leo Rodríguez- es ver pisos de compra en municipios como Chilches o Vélez-Málaga, un poco más alejados de Málaga y algo más baratos, así que nuestra idea es quedarnos aquí un tiempo largo".
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