Notas de un lector

Vientos que traen el mañana

Son ya muy variados los reconocimientos de este albaceteño del 72, que lleva dos décadas al pie de la lírica más exigente.

Publicado: 05/12/2022 ·
12:37
· Actualizado: 05/12/2022 · 12:37
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Con “Químicamente puro” obtuvo Andrés García Cerdán el II premio internacional “Francisco Brines”. Son ya muy variados los reconocimientos de este albaceteño del 72, que lleva dos décadas al pie de la lírica más exigente.

He escrito, en ocasiones anteriores, que su decir se enfrenta a una dicotomía que alimenta la antropología del deseo y la antropología del conflicto. Ahora, desde la necesidad suprema que otorga la libertad, su verso se descubre y se revela como un conjunto de hondas reflexiones, de certeras interpretaciones de cuanto la otredad es capaz de ofrecer al par de su existencia: “A punto de estrellarte contra el mundo/ vuelves al aire/ -esto es ser feliz-,/ vuelves al cielo, sí,/ y flotas como un ángel en la nada./ Y vuelves a caer/ y los pinos estallan en círculos de llamas/ o se arrancan del suelo/ una vez más/ y flotan/ contigo./ En la caída/ y en el cielo/ de todo/ tú”.

Dividido en tres apartados, el volumen se abrocha a una causa común que nace del afán de hallar una respuesta múltiple a los interrogantes que acompañan a lo cotidiano, y también, a lo desacostumbrado. No escatima el yo lírico en su empeño por conquistar territorios hollados por la inevitable finitud, en pisar las veredas que ya antaño fueron exploradas. Al cabo, cuanto importa es descubrir las raíces y redescubrirse, una vez más, y siempre, en ellas. Porque más allá del lenguaje, más allá de lo palpable, aún quedan espacios, deshoras, alianzas, desde donde trazar un nuevo albor: “Desnudo en lahumedad,/ con la exacta dureza de la espiga,/ mi cuerpo/ esperando los vientos que traen el mañana”.

En su epílogo, confiesa García Cerdán que estos poemas fueron escritos en muy distintos lugares: Barcelona, Bilbao, Málaga, Roma, Berkeley, Bristol, Charleville, Madrid… Y, a estos escenarios,habría que añadir un buen puñado de protagonistas que han velado junto al autor extremeño estos textos plenos de sugerencia y savia literaria. San Juan, Baudelaire, Mijaíl Bajtín, Steiner, Ludwig Wittgenstein…, van derramando al hilo de estas páginas una mirada contraria, si coligada a la vertical eternidad de sus figuras y sus legados: “Bajo las ramas rojas del cerezo/ pido con Billy Corgan por el alma/ de un paquete vacío de Marlboro”.

En “Las cartas a un joven poeta”, RainerMariaRilke incluye una misiva que envía desde la italiana Viareggio. En ella, anota: “En lo que toca a los asuntos más importantes y profundos, estamos indeciblemente solos”.  Sabe García Cerdán, como el genial checo, que el ser humano se echa a la espalda su soledad y con ella camina en busca de su mejor manera de vivir.

Junto a estos versos, no estará solo el lector, pues a través de ellos el sujeto lírico ha sabido trascender, trasmutar y acompañarse de un discurso vívido, asociativo, desde el cual hacer sentir y sentirse cómplice de lo más humano: “Mi cuerpo duerme en la memoria/ de todas las salivas/ que fueron esculpiéndolo./ Como astillas de sangre/ y como amor,/ como hijo de hombre,/ como hoguera de nervios y de albatros/ lo fueron esculpiendo/ los surcos de un vinilo muy salvaje”.

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