Jaén

“Temí por mi vida, el miedo me paralizó, pero estoy viva”

La Asociación de Mujeres ‘LaMuralla’ no ha soltado de la mano a M. A. S. C., de 27 años

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  • Mª Luz Paredes y Mª Carmen García, de la mano de la víctima. -

María del Carmen García y María Luz Paredes son técnicas de la Asociación de Mujeres ‘La Muralla’ de la capital, entidad responsable este año de la coordinación de las actividades de la Comisión por la Igualdad y Contra la Violencia de Género de Jaén, con motivo de la conmemoración del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Machista, que se celebra hoy.

La entidad lleva veinte años atendiendo a mujeres víctimas de la violencia machista, especialmente a aquellas que se encuentran en exclusión social, mayoritariamente de etnia gitana. “A estas mujeres les cuesta más dar el paso de denunciar”, explican.

El protocolo de actuación que ponen en marcha arranca con la denuncia y posterior contacto con el Instituto Andaluz de la Mujer y el Servicio de Atención a Víctimas. Como trabajadoras sociales, tramitan las prestaciones económicas. “Cuando una mujer víctima decide salir de su entorno, tiene que tener recursos económicos. La mayoría de estas mujeres no tienen un empleo”, recuerdan. 

Las víctimas de violencia machista que piden ayuda a La Muralla llevan “bastante tiempo” sufriendo malos tratos. “Hemos trabajado con mujeres que han tenido que entregar a sus hijos a Asuntos Sociales por miedo a que el maltratador hiciera lo mismo con ellos que con la madre. A algunas mujeres las han obligado a prostituirse”, lamentan.

Además del empleo, una de las principales ayudas que reclaman son alquileres sociales porque “irse a un piso de acogida cuesta”. En uno estuvo una de las víctimas de violencia con la que han trabajado. Es M. A. S. C., de 27 años de edad, que no muestra su rostro por seguridad.

Comenzó un curso de la mano de La Muralla y en el momento en el que la empresa para la que trabajaba la iba a hacer fija, esta mujer comenzó a sufrir violencia machista y, para su protección, fue derivada a una casa de acogida. “Contactamos con la empresa para que le respetaran el puesto de trabajo y así ha sido. Ya tiene un empleo fijo”, agradecen. 

Con hijos a su cargo, esta jiennense comenzó su relación sentimental con su maltratador a principios de año y en, apenas meses, comenzó a sufrir malos tratos físicos y psicológicos. “Cuando me dio la primera paliza me dijo que era por comportarme con otra persona de una forma distinta a como lo hacía con él. Durante quince días, cada dos, me pegaba una paliza”, dice con la voz quebrada.

No daba el paso de dejarlo por “temor” a lo que estaba dispuesto a hacerle a su familia. “No sabía cómo salir de esta relación. He vivido a su merced. No me dejaba hacer nada si no era con él. Tuve miedo a morir. Un día pensé que me mataba”, confiesa. Su familia le advirtió del peligro de su relación en pareja y esta realidad la alejó de ellos. “Un día salí de mi casa con lo puesto y volví a casa de mis padres. Mi maltratador también ha hecho daño a mi familia”, lamenta.

En su caso, tuvo que intervenir la Policía Nacional, que la advirtió de la necesidad de poner la denuncia. Si no lo hacía, ante el peligro de sus hijos menores, estos podían ser separados de ella. “Fue cuando me decidí a denunciar a mi maltratador”, confiesa.

El siguiente paso fue marcharse con sus pequeños a una casa de acogida. “Fue una experiencia muy desesperante, fuera de tu casa, sin tu familia, sabiendo que él no había entrado a la cárcel y con el miedo de no saber si mi gente corría peligro. La familia del maltratador me ofreció dinero para quitar la denuncia y evitar así su entrada a prisión”, narra.

Esta jiennense está pendiente de su juicio con un maltratador reincidente y que aún no está en prisión. “He sido la cuarta mujer maltratada por este hombre. Me vi sola y en ‘La Muralla’ me ayudaron con mi  trabajo. Siempre han estado a mi lado, preocupándose por mi”, agradece, reconociendo que le ha costado “mucho” adaptarse a su nueva vida, tras una situación “tan traumática”, pero dice alto y claro que está “viva”.

Desde La Muralla advierten del camino que queda por recorrer, especialmente por la población joven. “Lo que queda por venir es peor que lo que teníamos”, denuncian. En los últimos tres años, las víctimas que han llegado a ‘La Muralla’ tienen menos de 30 años. 

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