Con nocturnidad y sin alevosía, han sido exhumados los restos del teniente general franquista Queipo de Llano de la Basílica de la Macarena en cumplimiento de la Ley de la Memoria Democrática que entró en vigor el pasado 20 de octubre. Con él, han abandonado el templo sevillano tanto su mujer, Genoveva Martí, como el también militar golpista Manuel Bohórquez. Tanta paz lleven como dejan. Se acaba una polémica que ha salpicado a Sevilla durante las últimas décadas, y lo que es más importante, se reconoce a las víctimas de un pasado cruel y terrible que la sociedad española aún no ha conseguido superar.
Lo importante ha sido el fondo del asunto: se ha cumplido la Ley que establece que los restos mortales de dirigentes del golpe militar del 36 “no podrán ser ni permanecer inhumados en un lugar preeminente de acceso público” como es la Basílica de la Macarena. Otra cosa es la forma. Tal ha sido la discreción que ha rozado el oscurantismo. La prioridad de la Hermandad ha sido cumplir la Ley, a requerimiento del Gobierno, pero ha evitado la transparencia atendiendo a la voluntad de la familia del general franquista. Ni siquiera se cumplió el protocolo elaborado por el Ministerio de Presidencia que establece que debía haber un allegado al general, un representante de la Macarena y uno del Gobierno, que no estuvo porque no fue avisado, según la Delegación del Gobierno central en Andalucía.
Durante la salida de los coches fúnebres del templo macareno sólo se escuchaban los aplausos de los familiares de los fallecidos, los flashes de los fotógrafos y los requerimientos entre los operadores de cámara para poder conseguir el mejor plano posible. Solo una voz quebró esa sinfonía del desconcierto. Fue la de Paqui Maqueda, presidenta de la Asociación Nuestra Memoria, al proclamar: “¡honor y gloria para las víctimas del franquismo”, aunque la lejana respuesta que tuvo fue un “cállate, puta”. Éste es el nivel.
El primer paso ha sido el cumplimiento de la Ley. El segundo será normalizar todo este proceso de retirada de los símbolos franquistas como ya han hecho otras democracias europeas que han sufrido la consecuencia de la tiranía y han demostrado más madurez que la española. Sevilla ha dado ejemplo. La Hermandad de la Macarena, también. Es el momento de que todo esto ya deje de ser noticia.
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