Adriá hizo estas declaraciones en una conferencia de prensa en el Fórum Gastronómico que se celebra en Santiago de Compostela y que acoge a profesionales de la gastronomía de varios países.
El cocinero afirmó que la fundación, cuyo nombre todavía no ha decidido, pretende ser una especie de think tank o laboratorio de ideas que organice actividades para “pensar sobre la gastronomía, sobre todo de vanguardia” y a la que puedan acudir anualmente jóvenes para desarrollar su creatividad.
Adriá afirmó que su deseo es que la nueva fundación “enseñe a pensar” a los cocineros del futuro, como hacen las universidades, pero aseguró que “no será una escuela”.
“La selección será durísima”, advirtió Adriá acerca de los aspirantes a una de las 20 a 25 becas que pretende convocar anualmente, una vez establecida la fundación, a partir de 2014.
Señaló que será una fundación privada, aunque pueda tener acuerdos con instituciones públicas, y apuntó que el restaurante será así “más relajado” y evitará la presión, porque “si no, se nos iría la olla”, comentó.
Indicó que su restaurante, que ha sido galardonado con numerosos premios y distinciones se convertirá en una especie de aula y laboratorio de ideas, y a la vez difusora del conocimiento mediante la publicación de libros, audiovisuales y otros artículos.
Adriá rechazó que su decisión de hacer una fundación tenga que ver con la actual situación económica, pero señaló que, si bien nunca se consideró “el mejor cocinero del mundo”, sí admitió haber tenido “suerte” y opinó que por ello tiene un compromiso con la población particularmente en estos momentos en que “hay que arremangarse” ante una situación “muy difícil”.
“Los restaurantes lo están pasando muy mal y hay gente que se va al paro”, dijo el prestigioso cocinero, quien indicó que tiene previsto participar en una iniciativa en Madrid el próximo 4 de marzo a petición del Gobierno.
Previamente, en una presentación de los platos del restaurante El Bulli en el Fórum Gastronómico, Adriá confesó que la transformación de ese establecimiento en una fundación es “una de las cosas” de las que está más orgulloso.
“En quince años hemos revolucionado la cocina”, dijo, y apuntó que su deseo ahora es “ayudar a formar a la gente joven” porque “muchos de nosotros ya tenemos las lentejas cocidas”.
Preguntado sobre la decisión de Italia de prohibir el uso de determinados aditivos y productos químicos, entre ellos el nitrógeno, empleado en la denominada “cocina molecular”, que caracteriza algunos de sus platos, Adriá consideró que “no es un problema de España”.
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