Manuel Pimentel, quien fuera ministro de Trabajo y Asuntos Sociales durante poco más de un año, narró allá por el inicio del siglo XXI un ejemplo de cómo los localismos pueden obstaculizar el desarrollo económico de un territorio andaluz. En 1999, consiguió una lluvia de millones -entonces de pesetas- procedentes de Bruselas para una zona específica de Andalucía con graves problemas de paro. Se fijó en el Campo de Gibraltar y lo que, en un inicio, fue una fiesta por la llegada de esa iniciativa contra el desempleo se convirtió en la guerra de los localismos. Cada alcalde -sálvese quien pueda- reclamaba más fondos para su municipio y cuestionaba los del resto. Los criterios objetivos del Ministerio de Trabajo, de acuerdo con la Unión Europea, no fueron argumento suficiente para convencer a algún regidor. La fiesta, por tanto, se tornó en pesadilla al menos para Pimentel quien lamentó aquel desconcierto en un tema de enorme interés para ese territorio.
Estos días hemos comprobado cómo las multinacionales se aprovechan de la grieta que dejan esos rancios localismos. Me refiero al vuelo a Nueva York por el que competían Sevilla y Málaga y que finalmente aterrizará y despegará en la capital de la Costa del Sol. Según el testimonio del alcalde hispalense Antonio Muñoz, hasta tres días antes la compañía United Airlines mantuvo la negociación con Sevilla dando por hecho que los turistas americanos verían directamente la Giralda y sin escalas. Todo se tornó, y sin que se conozcan las causas: the winner was Málaga.
Afortunadamente, la sensatez se ha impuesto y tras unos días iniciales de rivalidad entre capitales, el propio Muñoz ha decidido “mirar al futuro” y buscar otras alternativas en Asia o Estados Unidos. Bien hecho. Es lógico que cada alcalde quiera lo mejor para su ciudad, pero la coordinación -vía Consejería de Turismo- es la mejor de las vías para que estos desajustes, propiciados en muchos casos por el interés especulativo de las multinacionales, no se produzcan. No olvidemos que acechan las elecciones municipales y algún alcalde o candidato a serlo puede tener la tentación de conseguir rédito electoral gracias al enfrentamiento con el municipio vecino o la capital cercana. Desterremos esas prácticas por el bien público global de los andaluces y su prosperidad.
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