Cuando era más jovencillo y aún estaba cursando mis estudios secundarios, me interesaba siempre por el resultado de las actuaciones que los artistas jerezanos obtenían en la Bienal de Sevilla, que por entonces era un evento que gozaba de un prestigio superior al de hoy día. Normalmente, alguna cabeza visible se encargaba de la dirección del espectáculo que Jerez llevaba al Hotel Triana, caso de Moraíto.
El guitarrista y líder carismático de Santiago conformaba un montaje sencillo y representativo, esto es, encajaba las piezas que él consideraba para diseñar un guion atractivo y eficaz en el que el compás predominara en los últimos minutos de la noche. Antes, algunos cantes por soleá, seguiriya o tientos.
Leyendo esas críticas, en ocasiones concluían que “otra vez lo mismo”. A veces los que escribimos no terminamos de aclararnos qué queremos. ¿Un espectáculo sencillo pero con calidad? ¿La innovación que nos lleve a descubrir nuevos horizontes? Visto lo visto en esta edición, a la que estoy acudiendo para conocer algunos estrenos, lo que prima es la tendencia de valorar lo clásico.
Sobre el escenario del Hotel, antigua casa de vecinos con su patio central amplio en el que se hacía la vida comunitaria, desfilaban nombres como El Torta, Macanita, La Chati, Mateo Soleá, José Méndez, María del Mar Moreno, Tía Yoya, Tía Churra, Diego del Morao, Manuel Valencia… artistas de los dos barrios, de distintas generaciones y con el denominador común del soniquete.
Fue en 2016 cuando el histórico corral trianero acogió el último espectáculo de este tipo, con Jerez, palo cortao, conformado por nombres como Capullo de Jerez, Antonio Agujetas, Juana la del Pipa, Tomás Rubichi, entre otros. En esta vigésimo segunda edición los Territorios (así se denomina el ciclo) protagonistas han pasado por Triana, Huelva, las Tres Mil, y una elección de jóvenes entre los que no había ningún jerezano.
No es chovinismo, nada de eso. Entendemos que cada año la dirección haga lo que considere, aunque sí nos gusta resaltar que Jerez tiene tanto material donde acudir que es justo darle espacio a, sobre todo, un número de la nueva hornada que parecen olvidados ante el peso de las anteriores generaciones. Si bien San Luis de los Franceses ha celebrado recitales “íntimos”, por lo pequeño de la sala, de Macanita, Juana la del Pipa y Dolores Agujetas, de forma independientes entre sí, hay ahí una serie de nombres que no han encontrado cobijo y que sufren el desánimo de las programaciones de etiqueta internacional que no se preocupan por rebuscar un poquito.
He tenido la oportunidad de ver antes o después de comenzar los espectáculos a los que he asistidos a directores de festivales europeos o americanos, que vienen a la Bienal para ver qué se cuece en el flamenco en la actualidad, y se van sin saber quiénes son Rafael del Zambo, Manuel de la Nina, Enrique Remache, Saira Malena, Lela Soto, Chanquita, Berenjeno, Manuel Cantarote… por no mencionar a bailaores o tocaores que harían esta lista interminable.
También me viene a la mente una pregunta ¿Cuántos Moraíto hacen falta en Jerez hoy día?
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