Pese a la elimiinación, estas dos agrupaciones han dejado un buen sabor de boca en el Falla, la primera por la originalidad y frescura de un tipo cercano a la chirigota pero con el sentimiento y la calidad interpretativa de la comparsa. Los segundos por el clasicismo y la sobriedad, en una comparsa sin excesivos alardes pero muy del gusto del público de Cádiz, donde se ha visto la mano musical del algecireño José Antonio López Rondón Joselito.
Cuarteto
La alegría de la güerta, sobre las tablas del teatro Falla durante la actuación que realizaron en la noche del sábado en los cuartos de final del Concurso de Agrupaciones Carnavalescas de Cádiz. El cuarteto apareció con una parodia renovada, en la que la madre de los rústicos hermanos no aparece en escena, al encontrarse hospitalizada, y aparece en su lugar un negrito que parece ser un inmigrante indocumentado.
La primera parte de la parodia gira en torno a la figura de este nuevo personaje, que protagoniza algunos de los momentos más graciosos en el diálogo con Socorro, la rústica campesina que representa Rebolo, y Juan y Medio, los dos hermanos que deben su nombre a su diferente estatura. Posteriormente, el inmigrante sale de escena dejando solos a los hermanos, momento en el que Socorro aprovecha para llamar a su madre al hospital Puerta del Mar, para saber de su estado de salud.
Este fue uno de los mejores momentos de la actuación, cuando el público respondió de forma más cálida a los chistes de la parodia. Al llamar al hospital, Socorro recibe un mensaje de voz que le dice que el teléfono está apagado o fuera de cobertura. Su respuesta de que no estaba llamando a Cortadura y que el teléfono ya lo había apagado al contado provocó la risa general del patio de butacas. El mismo efecto tuvo la llamada al hospital, en la que le piden el nombre y apellidos de su madre, a lo que Socorro responde Omá Ita Mía.
Desde el hospital le indican que su madre está en la tercera planta, momento en el que uno de los dos hermanos se dirige a las tres plantas situadas al frente del escenario, y responde confuso que allí no está su madre. Poco a poco, el cuarteto fue consiguiendo el calor del público, y se lo fue metiendo en el bolsillo. La parodia continúa con la aparición de la madre en escena, que ya ha recibido el alta, y le dice a sus hijos que si había estado allí el negrito con el que se había cruzado, y amenaza con un golpe de karate si se lo cruza, que recordó al público al inicio de la parodia en preliminares.
Con el respetable ya entregado, los algecireños dieron inicio a la ronda de cuplés, una vez más sacados del interior de huevos de la huerta. El primer fue dedicado a las bombillas de bajo consumo y el segundo a los controles de los aviones, jugando con la falta de higiene de Socorro. Aplaudidos, aunque no tan efusivamente como se hubiera esperado. Sí que consigue arrancar al público el estribillo, en el que le dan un guiño al público con llevarlos al huerto.
Especialmente acogidos fueron algunos detalles, como el intervalo entre cuplés, en el que no paran de tocar los pitos de caña dado que Socorro está dando de comer a las gallinas al grito de “pitas, pitas”. El cuarteto optó por mantener prácticamente intacto el popurrí, que volvió a cerrar una actuación inmejorable, con un público entregado y que se volvió a levantar de sus asientos en la despedida. La originalidad del cuarteto, unido al difícil juego de voces y la belleza de ejecución volvieron a ser aclamados por el Falla.
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