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'El agente invisible': no todos los agentes secretos pueden ser James Bond

Los hermanos Anthony y Joe Russo se adentran en un thriller de acción que aspira a espectacular y en el que todo resulta tan rutinario como olvidable

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El agente invisible ha sido la gran apuesta de Netflix para este verano: una cinta de agentes encubiertos dirigida por los responsables de buena parte de la saga Marvel sobre Los vengadores, los hermanos Anthony Russo y Joe Russo, e interpretada por Ryan Gosling, Chris Evans, Ana de Armas y Billy Bob Thornton.

A priori, atractivos más que suficientes para captar la atención y el interés del público, aunque definitivamente lastrados por un guion de tan escasa originalidad como pobre desarrollo, y en el que ni la pretendida espectacularidad ni la diversidad de escenarios internacionales contribuyen a elevar las sensaciones por una película de notables aspiraciones, pero reducida a hermano pobre de James Bond, que parece el canon bajo el que pretende regirse, aunque sin alcanzar la fascinación que exige el personaje y sin la concreción de un universo autónomo bajo una serie de reglas concretas, aquí limitadas al intercambio de persecuciones, disparos, explosiones y puñetazos.

Gosling interpreta a un ex presidiario que fue reclutado siendo muy joven por un agente de la CIA para que pasara a formar parte de un grupo de agentes de operaciones especiales encargados de la eliminación de determinados personajes peligrosos alrededor del mundo. Cuando debe ejecutar a su último objetivo descubre que se trata de uno de sus compañeros y que él mismo es el siguiente en la lista, por lo que emprende una carrera a través de todo el mundo huyendo y tratando de encontrar al mercenario que quiere acabar con su vida.

Los Russo, por supuesto, hacen una decidida apuesta por la espectacularidad de la acción, pero todo resulta tan rutinario como olvidable, y basta el ejemplo de Ana de Armas, presente en la última entrega de 007 con un papel corto y deslumbrante, y aquí poco más que un comodín para aliviar y socorrer al protagonista. Una circunstancia de la que tampoco escapan el resto de secundarios; ni Billy Bob Thornton, al que se le nota en la cara la escasa profundidad del personaje al que debe dar vida, ni Chris Evans, en su subrayada y vulgar caricatura de villano, incapaz de equiparar registros en el duelo entre adversarios, donde sale mejor parado Gosling, en un papel más físico de lo acostumbrado, pero por el que tampoco será recordado en el futuro.

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