Unos 57 millones de niños, adolescentes y jóvenes no pueden asistir a la escuela en la región de África central y occidental, lo que representa el 24,1 % de los 236 millones que no van a las aulas en todo el mundo, advirtieron hoy la ONU y el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC).
"Cada niño que no va a la escuela, cada día de aprendizaje perdido, es un ladrillo menos para construir la paz y la prosperidad en la región", afirmó la directora del NRC en África Central y occidental, Maureen Mage.
Mage hizo esas declaraciones en un comunicado conjunto suscrito también por la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) con motivo de un informe publicado en vísperas del Día Internacional para Proteger la Educación de Ataques, que se celebra este 9 de septiembre.
El cierre de escuelas se ha disparado en ocho países de la región, con más de 12.400 escuelas clausuradas para fines del año escolar 2021-2022.
En Burkina Faso, Chad, Malí y Níger, más de la mitad de todos los niños y adolescentes no tienen acceso a la educación.
Durante el último año escolar, el número de escuelas cerradas aumentó en un 66 % sólo en la región del Sahel central, donde esos centros educativos son el objetivo de los ataques de grupos armados o los estudiantes los abandonan por temor a la violencia.
Ese problema también obliga a comunidades enteras a perder sus recursos y huir, cortando el acceso de sus menores a la educación.
La región afronta un gran desafío para garantizar que no haya una generación entera de estudiantes perdidos y su futuro depende de la capacidad de los gobiernos para priorizar la rehabilitación, reapertura y seguridad de las escuelas dañadas o destruidas.
"Lamentablemente, las instituciones educativas no se han librado de los ataques de los grupos armados. Mantener el acceso a una educación segura y de calidad para todos los niños, incluidos los refugiados, es crucial", señaló la directora de la oficina de Acnur para África occidental y central, Millicent Mutuli.
Las tres organizaciones humanitarias instaron, pues, a los gobiernos, las fuerzas armadas, otros actores en los conflictos y la comunidad internacional a tomar "medidas concertadas para detener los ataques y las amenazas contra escuelas, estudiantes y maestros".
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