Las palabras son inocentes; su uso, no. “En la lengua, tenemos mecanismos para atenuar o enfatizar”, apunta Carmen Varo, lingüista y profesora de la Universidad de Cádiz. Eufemismos y difemismos. “En torno al sexo, la escatología, la muerte y en la enfermedad” son numerosos y, especialmente en este último ámbito, son abundantes lo que se utilizan con connotaciones negativas al sacarlos del contexto clínico.
Es el caso de autista. En marzo, el recién elegido presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, calificó de esta manera la inacción del Gobierno de Pedro Sánchez ante el paro del transporte. El líder popular se vio obligado a ponerse en contacto con el director general de la Confederación Autismo España ante el revuelo causado en redes sociales para disculparse por la posible ofensa al colectivo que sus declaraciones pudieron causar, asegurando que esta no era su intención.
“Quiero creer que es una cuestión de pobreza lingüística”, indica Varo, quien explica que autista se utiliza equivocadamente, en términos generales, en lugar de otros adjetvos como huraño, huidizo, esquivo, retraído, misántropo o asocial.
Pero Mayka López, madre e integrante de la asociación Autismo Cádiz, señala a la falta de conocimiento y sensibilidad. Virginia López, trabajadora social responsable del servicio de apoyo a la familia de la organización, coincide, remarcando que, en cualquier caso, quien echa mano de autista como insulto “no es consciente del daño que causan tanto a padres y madres, como a los propios afectados por el trastorno”.
“El autismo ha supuesto un estigma”, lamenta. “Quienes lo sufren, se ven con muchas barreras a lo largo de su vida”, agrega. Los prejuicios, una de ellas, les perjudica tanto en lo personal como en otras facetas de la vida, como la profesional, como se subraya el trastorno como algo definitorio, cuando, por encima de todo, está la dignidad personal.
“Nuestro trabajo es sensibilizar y divulgar una imagen positiva para que, cada vez menos, el término se asocie, cada vez menos, con connotaciones negativas”.
La iniciativa del PSOE para que para solicitar a la Real Academia de la Lengua Española (RAE) que en su nueva edición del Diccionario incluya una “marca” a la tercera acepción de la palabra autista con el objetivo de que no vuelva a ser utilizada como terminología en sentido ofensivo o discriminatorio, es bien acogida por parte de las mujeres consultadas, pero Virginia López considera que se queda corta.
La RAE habla alguien con autismo como de una persona “encerrada en su mundo, conscientemente alejada de la realidad”. Y no es cierto.
“Quienes padecen este trastorno presentan limitaciones o dificultades para entender situaciones sociales, la interacción y la comunicación, pero no viven alejados de la realidad o carecen de interés por relacionarse”, aclara. “Habría que optar por una definición correcta”, plantea, y anima a los medios de comunicación a ser responsables respecto al uso, tanto al referirse al autismo como a otras discapacidades.
La campaña #ReCapacita ofrece consejos al respecto como visibilizar a estas personas, que participan igualmente en todos los ámbitos de la sociedad y son individuos independientes más allá de un colectivo; promover la igualdad, sin victimizar y erradicando el paternalismo, sin infantilizar; dar voz ; dignificar, sin usar la discapacidad como un reclamo mediático y no realizar juicios previos; ser rigurosos con el lenguaje; tener sensibilidad con las imágenes; tratar adecuadamente; denunciar temas de accesibilidad o abusos; y profundizar contando con profesionales para ofrecer mensajes inclusivos y ajustados.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es