Los productos financieros parten de la idea de financiar la actividad comercial de una empresa o una persona en el momento oportuno. Son muy utilizados hoy en día por la sociedad por implicar una alianza entre los proveedores y los clientes, de tal manera que se logre un objetivo o meta establecida.
Por lo general, son las instituciones bancarias las que ofrecen productos financieros, aunque también están presentes proveedores de seguros, corredores de bolsa, entre otros.
¿Qué son los productos financieros?
Los productos financieros son instrumentos que permiten cubrir ciertas necesidades en función de tener un mejor rendimiento del dinero. Son presentados como una alternativa oportuna para el ahorro o bien, en el ámbito de inversiones, para adquirir fondos en función de mantener servicios o financiar la actividad del cliente, ya sea una entidad o una persona natural.
Dependiendo de las características que tenga uno u otro producto financiero, el emisor establece ciertas cláusulas asociadas a una calificación o rating que, es ajustada al usuario en cuanto al nivel de riesgo o volatilidad que esta conlleva. Sin duda alguna, se deben tratar estos temas con sumo detenimiento para no cometer errores.
Clasificación de los productos financieros
En la actualidad se definen tres tipos de productos financieros que atienden las necesidades del cliente en general. Cada uno de estos tienen propósitos diferentes y son adecuados en un esquema de distintos niveles de riesgo que son asumidos por el inversor. Estos son los tres tipos de productos financieros:
- Productos financieros de ahorro: cuentas de ahorro, depósitos a plazo fijo, entre otros.
- Productos financieros de inversión: comprenden los fondos de inversiones, brokers, acciones, planes de pensionados, entre otros.
- Productos financieros de financiación: tarjetas de crédito, hipotecas, entre otros.
Productos financieros de ahorro
Un producto financiero de ahorro es una herramienta muy práctica que le permite al usuario obtener remuneraciones a partir del dinero que invierte, asumiendo un riesgo sumamente bajo o casi nulo.
Básicamente, como dice la misma palabra, está destinado para que el cliente acumule dinero paulatinamente. De esta manera, es posible preservar el poder adquisitivo en un lugar seguro y por supuesto, disponer de ese dinero en casos o situaciones puntuales.
Productos financieros de inversión
Son aquellos que por naturaleza pueden permitir más rentabilidad siempre y cuando se tomen las acciones más oportunas en pro de evitar cometer errores que conlleven a consecuencias frustrantes y nefastas. Lo ideal es hacer uso de esta herramienta bajo el asesoramiento de personas competentes en caso de no ser muy experto en materia.
El objetivo fundamental de adquirir este tipo de productos es superar la inflación, por lo cual es imprescindible fijar desde un principio nuestros objetivos, tener claro cuáles son nuestras necesidades y cuánto estamos dispuestos a arriesgar para cumplir nuestro propósito.
Productos financieros de financiación
Son quizás los productos financieros más recurrentes, aquellos a los cuales acudimos cuando necesitamos invertir en algo, pero no disponemos de suficiente dinero. Es allí donde entra en juego el financiamiento mediante préstamos, créditos y tarjetas, hipotecas, entre otros.
Resulta muy conveniente en algunos casos aprovechar este tipo de productos a cambio de pagar intereses en un plazo determinado. Sin embargo, es crucial hacer uso de cada una de estas herramientas de manera prudente y visionaria, evaluando ciertas condiciones que pudieran comprometer la gestión financiera.
Los productos financieros de financiación pueden realmente llegar a ser los mejores aliados, precisamente por los beneficios que aportan al usuario, como por ejemplo los créditos de libre disposición, que hoy en día le brindan facilidades de pago muy convenientes.
¿Cuáles riesgos suponen los productos financieros?
Dependiendo de distintos factores a la hora de elegir un producto financiero, siempre debe tenerse presente el posible riesgo en el que incurren cada una de nuestras decisiones.
Un factor determinante es, por ejemplo, el tiempo. Al invertir en acciones, por lo general hay mucha volatilidad, mientras que en una inversión a largo plazo esto no ocurre, tal como el crédito de consumo.
Si bien es cierto que hay que estar dispuestos a arriesgar para ganar, puesto que se obtienen mejores resultados, pero no se debe ignorar que, a su vez, el peligro también se hace más intenso.
Como se mencionó anteriormente, es importante recibir asesoría en caso de no dominar algunos conceptos en cuestión. Esto también pudiera representar una oportunidad para instruirse en materia y estar preparado antes de tomar una decisión que comprometerá nuestra situación financiera.
Por otro lado, sea cual sea el producto financiero ideal basado en nuestras necesidades, lo más prudente es aprender a invertir de manera consciente y progresiva, evaluando y conociendo los distintos mercados y productos que se presentan. Nunca tomes una decisión a la ligera.
Hoy en día puedes acceder a los distintos productos financieros de manera práctica, incluso con los distintos métodos de pago que representan una inversión sencilla y eficiente al alcance del cliente, con sistemas automatizados y todas las garantías pertinentes en cuestión.
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