El pasado sábado tomó posesión de su cargo Juan Manuel Moreno Bonilla como Presidente de la Junta de Andalucía, en un acto realizado en la calle y con una parafernalia que me hacía recordar una película de Disney o la Coronación de alguna Dolorosa.
Nuestros actos siempre reflejan mucho más que nuestras palabras. Esta toma de posesión es una mirada por encima del hombro al resto, un acto personalista de culto al amado líder y onanismo político, de señoritismo de familia bien que casa al primogénito.
No estaría de más recordar que, por mucho que se nos intente vender el animal mitológico de “ser la locomotora de España”, seguimos siendo el vagón de cola del empleo, los recórdmen en desigualdad social y en absentismo escolar. Las listas de espera para ser atendidos por un especialista se convierten en listas de desesperación, cuando andaluces con enfermedades graves que necesitan una atención rápida e inmediata, consiguen su cita para dentro de 3 meses o más.
Tampoco sería cuestión baladí que se le recuerde que es el Presidente de la Junta de Andalucía. Su labor es la de defender los derechos de las y los andaluces, no usarnos como ariete contra el gobierno central. Ya sabemos lo que somos y lo que representamos para el centralismo político: el arma arrojadiza contra el gobierno de turno, la tierra fértil donde se siembra el grano para la victoria venidera pero que se deja secar durante 4 años, un barbecho de dejadez, colonialista y de españolismo al estilo más clásico. Pero, al menos, el descaro podría ser disimulado de alguna manera, y que no se vieran las aviesas intenciones del presidente de la Junta y de su partido desde el discurso de su toma de posesión.
Como es natural, al acto asistió lo mejor de cada casa y con sus mejores galas, excepto el PSOE, que acude con lo que tiene. Juan Espadas y Susana Díaz acudieron como dos claros ejemplos de esa pseudo izquierda socialista que nos ha arrastrado por los zarzales de una farsa vestida de andalucismo tan falso como sus buenas caras durante el acto. Macarena Olona también hizo acto de presencia, aprovechando, posiblemente, algún viaje entre alguna de sus innumerables mudanzas.
Fin del acto. Moreno Bonilla es coronado Presidente de Andalucía. Suena el himno de España. El andalucismo de derechas no existe.
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