Arcos

Fallece repentinamente el poeta de Arcos de la Frontera Antonio Apresa

Había publicado el libro de poemas ‘Salto sin red’, con alusiones a Arcos e inspirado en los recuerdos de la infancia

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  • Antonio Apresa era hijo de Arcos pero en su adolescencia marchó a Jerez. -

Todas las mañanas salía a correr por las calles de Jerez. Era su manera de mantenerse en forma al borde de los sesenta años de edad. Pero la suerte, la mala suerte, quiso que esta semana un infarto se lo llevara por delante en pleno ejercicio. Así pone fin a sus días el poeta de Arcos Antonio Apresa, afincado en Jerez por motivos laborales desde su juventud. Siempre reconoció que sus amigos literarios son los poetas José Mateos y, cómo no, Pedro Sevilla. Solía sentirse una especie de “hijo pródigo” por sus reencuentros con Arcos, al que nunca podía perder de vista sentimental y artísticamente como fuente inagotable de inspiración. El escritor había publicado tan solo un poemario, ‘Salto sin red’, un libro inspirado en la infancia, en sus recuerdos de Arcos, pero, como él decía, también en “los descosidos de la vida”.

Antonio Apresa fue también futbolista, recordado con el apodo de ‘El Fleita’.

La literatura arcense llora hoy la ida de unos de sus hijos, al que seguramente le quedaba por delante toda una carrera por labrar, pero el destino quiso una vez más cercenar una vida sin sentido alguno, salvo el del azar que no entiende de justicia.

Qué mejor que despedir a Antonio Apresa que con su obra poética y, ahora, con estos versos titulados ‘Para Cristóbal Romero’  que remite a esta redacción Pedro Sevilla con dolor pero, al tiempo, con emocionado recuerdo: “Una tarde, un café… Y el pueblo de testigo,/ para hablar de un poeta./ Así nos conocimos. Con cariño y nostalgia/ nos fuiste desgranando anécdotas de Julio,/ como cuando ocultaba ejemplares de Tierra/ -un libro con espinas- debajo del colchón./ Yo oía tus palabras, observaba tus gestos,/ tu afable sencillez, lo mejor de ti mismo./ Las horas detenidas doblegaron la tarde,/ y me fui para casa con la inmensa alegría/ de haberte conocido./  Nos vimos otras veces./ Tus versos me ganaron./ Un día me dijeron que habías fallecido/. No pude despedirme./ Esta tarde, un café… Y Arcos de testigo,/ evocan al amigo, al poeta que fuiste”.

Descanse en paz.

 

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