Problemas de sueño y concentración, irritabilidad, ansiedad, falta de motivación y rendimiento laboral o académico, pérdida de autoconfianza... Son algunas de las consecuencias del 'tecnoestrés', una alteración relacionada con el uso abusivo del móvil y las redes sociales a la que la psicología trata de dar respuesta.
Se trata de una nueva adicción que afecta fundamentalmente a jóvenes y que en algunos casos ha venido a sustituir a otras más habituales hasta ahora entre esta población como el consumo del alcohol, el tabaco o el cannabis, según ha explicado a EFE Francisca López Torrecillas, catedrática del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada y miembro del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento.
Aunque el abordaje de esta alteración de la salud mental enfrenta a los psicólogos a "nuevos retos", dado que se trata de un tipo de adicción relativamente nuevo al estar vinculado a la aparición de las redes sociales, sí parece haber una cosa clara: "A diferencia de lo que ocurre con las adicciones a las sustancias, en las que hay una negación del problema, en estos casos sí hay un reconocimiento más favorable por parte de quien las sufre".
Lo que facilita, indica, la posibilidad de que la persona reciba tratamiento para esta alteración que, como otros problemas de salud mental, se han agravado como consecuencia de la pandemia,
Como miembro del equipo encargado de todo lo relacionado con la salud mental de la comunidad universitaria de Granada, López Torrecillas recibe a alumnos que piden ayuda por sus problemas con las redes: "Sobre todo indican que pierden demasiado tiempo (en ellas)".
"Más que con el Whatsapp, el problema está relacionado con las redes sociales, donde te expones y vives como en un escaparate...", y como habitualmente se accede a ellas a través del teléfono, "es muy difícil separar el uso del móvil de la adicción a las redes", explica.
Esto lleva a diferenciar entre tres tipos de alteraciones: el tecnoestrés, la nomofobia y la adicción al móvil, "definiciones de un mismo problema tratado desde tres perspectivas distintas".
El primero es un estado emocional negativo originado por el uso excesivo de las tecnologías de la información y la comunicación, en definitiva de las redes sociales, y por la dificultad de manejar esas situaciones virtuales.
La nomofobia es un miedo irracional a estar fuera de contacto con el teléfono móvil o a no poder usarlo, y la adicción al móvil es el mantenimiento de la conducta abusiva a pesar de las consecuencias adversas que conlleva.
Pero todas ellas tienen como denominador común las emociones negativas que generan: sentimientos intensos de ansiedad, nerviosismo, angustia, irritabilidad, pérdida de autoconfianza, falta de motivación en el trabajo o en las actividades habituales, problemas en el rendimiento laboral y académico, conflictos en las relaciones interpersonales, dificultades de memoria y de concentración o alteración en la toma de decisiones.
Como consecuencia, quienes sufren estas adicciones acaban en ocasiones por renunciar a otras actividades, o si continúan, ya no las experimenta de forma tan agradable como antes, las relaciones sociales se deterioran y surgen problemas emocionales.
Las recomendaciones, que según López Torrecillas están funcionando, son simples: salir a hacer ejercicio sin el móvil, elaborar una lista de actividades alternativas gratificantes, como ir al cine con amigos o practicar deporte en grupo, retomar las aficiones o hacer frente a la adversidad con "optimismo y buen humor".
Y considerar que los problemas diarios son retos: "Como olas que a veces las saltamos bien y a veces nos arrastran, pero si seguimos saltándolas lo iremos haciendo cada vez mejor", concluye.
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