En el desastre que es la guerra de Ucrania y las toneladas de dolor que concentra es posible que preocuparse por los animales sea para algunos una cosa menor, pero para Lara Bezvesilna acoger a gatos y perros abandonados es una forma de salvar también lo que tenemos de humanos.
A medida que el vecindario de Lara en una pequeña ciudad de la región de Járkov que se llama Merefa se fue vaciando por la guerra, aparecieron más mascotas abandonadas ante su puerta.
Así que hizo lo único que consideró correcto: convirtió su casa y el terreno que tiene alrededor en un refugio improvisado para más de 60 perros y gatos. Antes de la guerra ya tenía una decena, además de un centenar de palomas, patos y gallinas. Y tres tortugas.
Pero además de los animales que acoge, alimenta a medio centenar más de perros y gatos callejeros en distintos puntos de la ciudad. En realidad el número crece cada día, aunque ella asegura que tiene un nombre particular para cada uno.
"Cuanto más conozco a las personas más amo a los animales. Ellos nunca te abandonarían, incluso en una guerra. Muchos animales abandonados de la zona se quedan aquí y no se alejan de su hogar, aunque esté vacío, porque esperan a sus dueños", explica Lara, que tiene 52 años y antes de la guerra trabajaba como limpiadora.
Desde el inicio de la invasión rusa del 24 de febrero se calcula que el número de personas desplazadas asciende a casi 15 millones. Alrededor de un tercio de ellos ha abandonado el país.
En medio de la muerte y el caos desatados por la guerra, muchos refugios para animales cerraron y algunos dueños abandonaron a sus mascotas en la huida al no saber dónde dejarlos.
El amor por los animales de Lara proviene de una infancia con mucho contacto con la naturaleza y, también, por herencia, su madre Halyna Pusarenko, de 74 años, ha sido un gran apoyo estos meses.
Y cuando Lara dice que tiene un nombre para cada uno, no bromea: Kopa, Marsipanovna, Papa Styopa, Markiz, Lyalya, Sima, Mura, Kikim... y así hasta nombrar a todos.
"Los animales son parte de lo que tenemos de humanidad, si te haces cargo de una animal tienes que asumir que es parte de tu vida y que el trato que le des te define como ser humano", razona.
PERROS Y GATOS ABANDONADOS EN LOS ANDENES
Lara recuerda que las primeras semanas de la guerra fueron frenéticas porque muchas personas huyeron de la zona ante el temor de los avances rusos porque la región de Járkov es fronteriza con Rusia. El problema es que dejaron atrás a sus mascotas.
"En los andenes de la estación de tren dejaban a gatos y perros en sus transportines, a veces incluso atados dentro de las casas, lo que en muchos casos les condenó a morir", critica.
Pese a la guerra y a entender a los vecinos que buscaron un lugar más seguro, Lara se muestra decepcionada: "Podían haber renunciado a una maleta de ropa, pero lo que hicieron fue dejar atrás a los animales de los que se habían hecho cargo".
"No piensan en los animales pero sí en llevarse más cosas, más ropa, más trastos de la casa, pero no en llevarse a un ser vivo que compartía la vida con ellos", agrega.
Basta darse un paseo por la ciudad de Járkov o por cualquier localidad de la región del mismo nombre para darse cuenta de la cantidad de perros y gatos abandonados.
MIEDO A LAS ALARMAS ANTIAÉREAS
Estos animales, además, también sufren situaciones de estrés por las bombas y la guerra, a lo que se suma el abandono de sus dueños.
"Intento entender a los humanos" -continúa Lara su razonamiento- "pero también la gente debería entender a los animales. Ellos también tienen miedo cuando suenan las sirenas y no saben qué sucede".
Lara mantiene a 20 gatos y tres perros dentro de su casa porque allí se sienten más seguros, mientras que el resto se encuentra fuera. Dos organizaciones de la región, una de ellas "Kharkiv Animals Help", le da alimento para mascotas de forma periódica para ayudarla con los gastos.
¿Y tiene algún favorito? Lara se muestra diplomática y dice que no, que quiere a todos y no tiene ninguno predilecto. Pero es cierto que le presta más atención a los más mayores.
Entre ellos está Timas, un gato que tiene más de 15 años -no sabe exactamente cuántos- y no oye ni ve muy bien, y Zhuzha, una perra que tiene dentro de casa y que apenas sale de debajo de la mesa de la cocina.
Su dedicación a los animales también ha despertado críticas de algunos vecinos. Ella se lo toma a bien y dice que si quienes la critican se reencarnan en un gato o un perro irán a pedir ayuda a alguien como ella.
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