Esta temprana ola de calor no ha desbancado a la de 1981 como la más prematura por solo unos días. Hace 41 años, el mercurio se disparó el 11 de un inusualmente tórrido mes de junio. Tampoco las temperaturas extremas registradas han batido marcas históricas. Si bien Jerez alcanzó los 40,8 grados de máxima el día 13 y, en la víspera, Rota llegó a los 25,3 en plena noche, quedan lejos de las cifras de 2003 con 42,5 en las peores horas del día.
Pero esta insufrible ola de calor constata, en primer lugar, que el estío ocupa cada vez más espacio en el calendario, según el meteorólogo jerezano Juan Antonio Salado.
Señala precisamente a Jerez, donde los expertos coinciden en que la duración media ha sido de 96 días, con algunos veranos anómalos por su corta duración como el de 1972, con tan solo once días, entre el 15 y el 25 de agosto, todos ellos por encima de los umbrales, pero con otros, cada vez más frecuentes y recientes, largos en exceso, como el de 2014, con 178, entre el 1 de mayo y el 25 de octubre, con solo 65 días por debajo de los niveles más elevados.
En general, remarca, la tendencia es que el inicio del estío se adelante casi diez días, 9,89 concretamente, cada década; el final del mismo, por su parte, se retrasa 3,25 días durante el mismo periodo de tiempo. El alargamiento es, por lo tanto, de 13,14 días cada diez años.
Sin alarmismo, Salado, que recuerda que, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) existe un 70% más de probabilidad de que este verano sea más cálido, considera fundamental tomar precauciones.
“El calor es el fenómeno meteorológico que más muertes causa” en todo el mundo, advierte. En España, el pasado año, se contabilizaron 1.298 fallecimientos asociados a las altas temperaturas, de acuerdo a los datos contenidos en el informe Informe MoMo, elaborado por el Centro Nacional de Epidemiología, del Instituto de Salud Carlos III, y publicado el pasado mes de septiembre.
E indica que “el calentamiento acelerado de la zona polar favorece el ascenso del aire tropical hacia latitudes más septentrionales, haciendo más frecuentes y de mayor duración las olas de calor”. Recientes estudios colorean de rojo Portugal, donde el aumento de la mortalidad es del 37% en exceso de calor nocturno, mientras que el riesgo más bajo se sitúa en Francia, con un 12%.
En España, Madrid, con un incremento del riesgo del 26%, es uno de los puntos calientes. El litoral andaluz se libra gracias al efecto del mar. “Estamos más acostumbrados y adaptamos la forma de vida a las temperaturas”, añade.
No obstante, los peligros para la salud no son siempre inmediatos. El calor dispara el ozono troposférico, conocido como ozono malo, agrega Salado. Daniel López Marijuán, portavoz de Ecologistas en Acción, explica que, efectivamente, las temperaturas extremas incrementan los niveles de ozono y partículas en el aire, por efecto combinado de estas con las emisiones contaminantes del tráfico motorizado, el transporte marítimo y, ocasionalmente, la llegada de polvo procedente del norte de África.
El Instituto de Salud Carlos III ha estimado en 3.500 las muertes anuales producidas por la exposición a corto plazo a partículas y ozono en la treintena de provincias españolas donde se ha encontrado una asociación significativa entre contaminación atmosférica y mortalidad.
En la provincia, el Campo de Gibraltar concentra una mayor polución por la actividad industrial. Junto a Jerez, en la Bahía de Cádiz, destaca Chiclana, que, tal y como indica la Agenda Local Urbana 2030, triplica su población durante la temporada estival.
“Lo ideal es que los turistas utilicen el transporte colectivo para sus desplazamientos”, sugiere López Marijuán. Y que los ayuntamientos, a su vez, establezcan zonas de baja emisión con la limitación del tráfico, agrega, aunque ninguna localidad ha llevado a cabo esta medida de manera efectiva.
Por último, recuerda que es necesario revisar los valores límites porque “son muy laxos” en la normativa autonómica, adoptando el criterio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que desde el pasado año 2005 ha rebajado la recomendación de protección para la salud a 100 microgramos de ozono por metro cúbico.
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