Antonio Bayón pone la letra y Rubén Cao la música, una pareja perfecta para llevar adelante al coro de los estudiantes. La agrupación, con tres finales consecutivas y una semifinal, es una de las más esperadas cada año.
¿Ha sido larga la espera?
–Larga no, larguísima. Al principio no te voy a decir que no se ha cogido con cierto alivio un pequeño descanso, que en nuestro caso nunca se había planteado, no fue tan doloroso. Pero a medida que van pasando fechas y, sobre todo cuando nos adentrábamos en 2021 ya en las fechas críticas el gusanillo picaba... una vez pasado 2021, que no pudo ser, ya teníamos en la cabeza la vuelta en cuanto se pudiera.
¿Cuántas ideas se te han ocurrido durante este tiempo?
–En plena pandemia no tenía nadie la cabeza puesta en otra cosa, no era el momento óptimo para plantearte nada. Es verdad que se van haciendo algunas anotaciones, pero algo tan concreto como un proyecto no me he planteado, sobre todo por la incertidumbre del momento y porque realmente no teníamos la cabeza puesta en eso. Fue a raíz de que se iban confirmando noticias y teniendo cierta certeza de que se iba a producir el concurso cuando sí nos pusimos manos a la obra.
¿Qué diferencia hay para preparar una agrupación en febrero o en mayo?
–Realmente en estos casos no influye tanto la fecha como lo que es el tiempo de preparación. Teníamos claro que lo que planteáramos no podía ser una cosa de pasada, si nos metíamos, nos metíamos con todas las de la ley para presentar una agrupación de nivel similar a lo que estábamos presentando. Es cierto que los tiempos han sido más difíciles de medir porque siempre tenemos unas nociones de cuando es en febrero y los marcamos mejor. Esta vez ha sido mas raro y el desconocimiento ha hecho que vayamos a piñón desde principio.
Aunque con final feliz, ¿cómo fue quedaros sin local de ensayo? ¿Se barajó no salir?
–La decisión de salir la demoramos hasta el último momento, fijamos una fecha límite marcada por la posibilidad de no tener un local adecuado. Se retrasó la decisión de poder comenzar en nuestro local habitual, el colegio Carlos III, al que debo darles las gracias por acogernos.
En plena ola de Covid y la agrupación empezando a rodar, ¿cómo habéis hecho para combatir las dificultades?
–El local es importante porque dispone de un espacio amplio y ventilado y eso nos dio opciones a cumplir las medidas de restricciones. Pero es cierto que hemos llegado a dudar de nuestra participación por esto y por la responsabilidad de realizar los ensayos y que hubiera algún positivo. Hemos intentado cumplir todas las medidas.
Por su trayectoria, el coro ya es muy esperado ¿repercute a nivel autor y componente esa exigencia?
–La verdad es que sí, nos hemos instalado en un nivel de autoexigencia alto, no provocado por los premios o puestos alcanzados en las últimas ediciones, pero consideramos que somos un grupo que ha ido evolucionando a un paso acelerado y ha alcanzado una madurez como grupo y a nivel de autor. Cuando decidimos tirar hacia adelante con este coro teníamos claro que teníamos que presentar un coro de los estudiantes de los más parecido a lo que hubiéramos presentado en otra fechas. El público va a esperar al coro de los estudiantes, hemos intentado redoblar el esfuerzo para intentar hacer un coro de garantías.
¿Qué esperas del COAC 2022?
–Del concurso y del carnaval en general espero que sea lo más normal posible, eso sería la mejor noticia para todos, que podamos celebrar un concurso y una semana de carnaval lo más parecido a lo que teníamos antes.
¿Algo a mejorar para la edición de 2023?
–La organización ha adaptado un concurso en previsión de las agrupaciones que pudieran inscribirse. Me gusta que al eliminar una de las fases la preliminar arrastre puntos, que sería una medida que podría mantenerse en 2023, ya que es algo lógico porque se empieza a concursar desde el primer día. Sobre el resto, lo de siempre, el concurso está abierto a modificaciones y siempre hay el mismo problema, que se actúa tarde sobre ellas y al final nunca da tiempo.
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