Vamos al lío. Lo primero que quiero decir es que la siguiente crítica no tiene nada que ver con los vecinos y vecinas que optaron por montar una caseta en la pasada Feria del Atún. De hecho, se merecen un aplauso por su valentía y por el esfuerzo realizado que deseo les haya sido productivo y rentable. Han echado horas y horas y se han dejado la piel tanto en servir copas como, a pesar de las circunstancias, en elaborar sus tapas con el atún como protagonista, la mayoría de ellas bien ricas... Y, evidentemente, tampoco es una crítica a los feriantes que montan sus cacharros...
Una feria es una feria. Una semana gastronómica es una semana gastronómica. Mezclar ambos conceptos, en mi humilde opinión, es un error, una mamarrachadaEsto es una crítica al concepto de lo que se supone que debe ser una semana o una ruta gastronómica para poner en valor el atún rojo de almadraba y por extensión, la promoción turística de la localidad a través de su vertiente culinaria.
Una feria es una feria. Una semana gastronómica es una semana gastronómica. Mezclar ambos conceptos, en mi humilde opinión, es un error, una mamarrachada.
El oro rojo, el atún rojo y salvaje de almadraba, es, o debería ser, uno de los productos estrellas del que podemos aprovecharnos para vender Barbate. Más aún teniendo en cuenta la gran cantidad de restauradores y hosteleros en cuyas cocina se trabaja este manjar con una maestría digna de ser mostrada, de ser puesta en valor, en una simbiosis que sirva por un lado para ayudar a sus negocios, y por otro en la promoción de la marca Barbate como destino gastronómico de primer nivel. Aquí contamos con grandes chef que se desviven para innovar o para que nuestra maravillosa cocina tradicional no se quede en el olvido. Y para qué mencionar al restaurante que es ya un altar para dicho manjar: El Campero.
Pero sigo. Llevamos, creo, catorce ediciones de esta ‘feria’ a la que le hemos dado más vuelta que un trompo. No hay una línea. Y no la hay porque falla la organización. Porque falta un encuentro entre Ayuntamiento y los distintos sectores implicados para saber qué se quiere hacer. Un año estamos en la Lonja Vieja, al siguiente frente al Puerto. Un año hay ‘tapaporte’ y al otro qué se yo. Un año es ruta, al otro se le llama Semana Gastronómica y al siguiente es feria...
Lo único salvable es la carpa donde se han realizado ponencias, exposiciones y clases magistrales, así como la colaboración de empresas como Gadira y Petaca, aunque se echa de menos a otras. E insisto, me mola la feria con casetas y música a toda pastilla, pero cada cosa a su tiempo y lugar.
Quiero decir que si queremos poner en valor el atún rojo de almadraba no debemos maltratarlo sirviéndolo, para su degustación, en platos y con cubiertos de plástico, rodeado de gente desmadrada, en mitad de un polverío y música atronadora. Insisto, poca gente conozco que le guste más una fiesta que a un servidor, pero cada cosa en su tiempo y en su lugar. Nadie debería gastarse cuatro pavos y medio en una tapa de atún rojo de almadraba mirando como meo entre los pinos o vomito sobre mi esposa... tengo la certeza que eso al turista no le hace mucha gracia. El producto hay que mimarlo, cuidarlo y hacerlo protagonista de la Semana Gastronómica que lleva su nombre. Y hay que darle protagonismo a nuestros bares y restaurantes, para que se beneficien de él en sus propios locales. Todo debe girar alrededor del atún rojo y de nuestros restauradores, sin distracciones, sin menospreciarlo... no se trata de vender cubatas, se trata de vender atún y de vender Barbate.
Y sí, es mi opinión. Solo mía. Y sí, critico porque amo Barbate y porque si me callo reviento. Y sí, me encanta una feria, una verbena… tengo alma de alcohólico y drogadicto, pero también un paladar fino que llora cuando no se le da el valor y el trato que merece a un producto como el atún rojo de almadraba que tanto y tanto hace, y aún puede hacer, por nuestro pueblo.
PD: Hoy comienza la Ruta Gastronómica del Atún de Conil. Participan 35 establecimientos. En su edición 25 (se coscaron once años antes que nosotros de la importancia del atún de almadraba). Durante un mes, hasta el 6 de junio, se pueden degustar entre 300 y 400 platos de atún rojo en dichos bares y restaurantes. Un mes en el que solo se habla de atún, de atún y de atún. Luego ya celebran su feria en junio de El Colorao y la de Conil en septiembre. Allí habrá casetas y platos y cubiertos de plástico, y polverío y gente desmadrada y meando entre los pinos. Cada cosa a su tiempo y en su lugar. En Zahara, igual, 40 establecimientos...
Ya, ya, ya. Alguno dirá, si te gusta tanto Conil, pues vete a vivir a Conil... Pues no, porque, primero, no es malo ‘copiar’ lo que se haga bien. Segundo, criticar no significa odiar lo que se critica. Tercero, como ya tengo dos niños barbateños y quiero lo mejor para mi pueblo. Y cuarto, para ser franco, si es de los que piensa que por decir lo que digo debería irme a Conil, mejor váyase usted al carajo, jejejejeje. Es broma, quédese conmigo aquí, en Barbate, y no le dé mucha importancia a lo que opino.
PD02: Y ahora, que ha pasado la Semana Gastronómica, es buen momento para iniciar una ronda de contacto con hosteleros, comerciantes, restauradores, almadraberos, conserveras y colectivos culturales, entre otros, para entre todos, configurar, diseñar y organizar el mejor homenaje posible al atún rojo que jamás se haya visto… ¡Hagámoslo, leñes!
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