¿Tú crees que vamos a caber todos esta noche en la Feria? Porque yo creo que no”. La misma pregunta que le hacía una chica acelerando el paso a pocos metros ya de la entrada principal de la Avenida Álvaro Domecq a las 21.40 horas, nos la hemos hecho más de uno, incluida una servidora, imaginándonos cómo sería el regreso al Real de la Feria del Caballo más esperada en décadas. Y no es para menos. Tres años, tres largos años, exactamente 1.083 días, que se dice pronto, han transcurrido desde la última edición, la de 2019. Ni por asomo se nos podía pasar por la cabeza que no volveríamos a ver los 1,3 millones de bombillas encendidas que conforman el característico alumbrado de la Feria del Caballo hasta mayo de 2022 por culpa de una pandemia. “Carmen entra con el pie derecho que mira todo lo que nos ha pasado estos tres años”, le dice otro chico a la que parece ser su pareja cuando apenas faltan cinco minutos para las diez de la noche, la hora prevista para el regreso oficial de la Feria del Caballo 2022. Pero dejemos de imaginarnos y de especular, que esto empieza ya. ¿Cabemos? Confirmamos que sí, que nos podemos ubicar, que estamos todos y más; y que la mascarilla no es la protagonista, por más que este momento sea uno de los más multitudinarios del año en Jerez. Tampoco hemos visto los cubrebocas en Sevilla. También hay que decirlo.
Y de repente, todo cambia. La euforia se apodera de todos los presentes. Gritos, abrazos, aplausos, selfies, mucho selfies de la feria “de donde nunca te fuiste”, y a la que nos moríamos de ganas de “volver”, que son parte de los mensajes que este año lucen las botas de de González Byass que decoran el Real. “Pero qué bonita es nuestra Feria”, comenta una señora mayor a su marido aplaudiendo y orgullosa de volver a vivir este momento mágico en el paseo principal, como si fuera la primera vez. Y es que este virus nos ha robado tanto que ahora celebramos y valoramos el presente más que nunca, concentrándonos en lo que tenemos delante y que ahora para nosotros es nuestra “normalidad”. Bendita normalidad. Pasan las diez de la noche. Bienvenidos a la feria de los reencuentros, y no solo con esta cita en sí, ni con las casetas, con las atracciones, con un albero que también se ha engalanado para la ocasión y que muchos volvimos a pisar en esa caravana de la salud que esperamos con gusto, hablamos de un reencuentro a gran escala. Si hay un escenario en el que volvamos a ponernos al día de nuestras vidas y a coincidir con amigos ese es el Real, donde las reservas anoche volaron. Algunos iban a la aventura, otros después de como se han puesto las cosas con la pandemia, preferían ir a lo seguro con mesa reservada. Tranquilos. Hay 175 casetas, que no cunda el pánico.
Seguimos paseando. De fondo suenan sevillanas, muchas sevillanas, rumbas...de ellas no nos habíamos olvidado, pero las bailamos en casa, en los patios, en nuestras ferias improvisadas del confinamiento...ahora toca volver a la vida real. Dejemos de soñar. Estamos en la Feria. Y hay novedades que vamos a volver a recordar: hay once casetas que el miércoles van a parar la música para que no haya ruido en su interior durante el horario de la cena y favorecer la inclusión de personas con asperger o autismo para que puedan disfrutar con tranquilidad de la Feria. A esto se suma la zona de los cacharritos, que esa misma jornada ofrecerá cinco horas sin música (de 15 a 20.30 horas). Novedades que se mezclan con la tradición y las señas de identidad de la Feria y el paseo de caballos, uno de los atractivos de peso de esta fiesta es una de ellas. Contará con 152 enganches, además de los caballistas que pueden acceder al recinto cumpliendo unas normas de vestimenta, y se podrá disfrutar cada día de 13.00 a 19.00 horas.
El Ayuntamiento también ha instalado un “Punto Violeta” en la entrada a la Feria donde se ofrecerá información y sensibilización sobre violencia de género y violencia sexual en lugares de ocio para prevenir así las agresiones sexuales. A esto se suma un servicio de acompañamiento nocturno para aquellas mujeres que no se sientan seguras a la hora de regresar a casa y que pueden solicitar que las acompañen a pie a aparcamientos, alrededores de la feria y paradas de autobuses y taxis, hasta una distancia máxima de unos 2 kilómetros, un servicio pionero que en 2019 utilizaron hasta 600 mujeres.
Mientras tanto, me toca situarme otra vez. Tiro de plano antes de hacerme con mi hoja de ruta. ¿Dónde está el número 104? ¿Dónde está la Calle Manuel de Torre? Parece que ha pasado una vida. Pero, ¡qué alegría!, de repente el tiempo se detiene y me planto delante. Ya estamos todos. No sé cómo irá la cena pero el título de la caseta me da buenas sensaciones: “Alegría de vivir”. A ver qué tal se nos da. ¡Feliz Feria a todos!
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