La crisis laboral y la falta de becas con las que tropezó Eva Sánchez en 2013 se convirtieron en el germen de Innoplant, una empresa especializada en soluciones científicas y técnicas para el mundo agro que desde Alfacar (Granada) trabaja en las semillas agrícolas que darán una futura cosecha en La Luna.
La historia de la científica, madre y mujer rural que estudia y manipula las semillas que unos chinos plantarán en La Luna puede sonar a locura pero es casi el guion exacto de la vida de Eva Sánchez, fundadora de Innoplant y coordinadora biológica de la iniciativa europea "Green Moon Project".
Sánchez estudió Biología en la Universidad de Granada (UGR) y terminó su doctorado en mitad de una crisis económica en la que la falta de becas para seguir su carrera como investigadora hizo brotar sus ganas de emprender.
Esta científica de Huétor Tájar quiso hacer realidad aquello de la transferencia del conocimiento y creó entonces su propia empresa, una firma dedicada a facilitar el I+D+i al sector del campo.
"La idea inicial era montar una empresa que fuera como el laboratorio externo que ofrece toda la innovación necesaria a las cooperativas del sector primario que no pueden tener su propio equipo de científicos", ha explicado a EFE la directora gerente de Innoplant.
La empresa que dirige Sánchez nació como un proyecto derivado de la UGR, se ha reconvertido en SL, cuenta ahora con un equipo formado por biólogos, ingenieros agrónomos y técnicos especializados y trabaja para montar un huerto en La Luna.
Innoplant, una firma especializada en buscar soluciones científicas y tecnológicas a problemas del sector agroalimentario y su industria auxiliar, se ha sumado a la lunática idea de preparar semillas con capacidad de germinar fuera del planeta.
Y como el que siembra, recoge, Sánchez forma parte de proyectos para lograr un chocolate más sano, controlar el olivar con drones o frenar el decaimiento del espárrago, pero también en una iniciativa europea con mucho acento andaluz y la mirada puesta en La Luna.
"Green Moon" en un proyecto que lidera José María Ortega Hernández, también andaluz, y encargado de enganchar a Sánchez en esta aventura de exportar verduras a La Luna.
"El proyecto comenzó hace cinco años con un equipo de ingenieros y nosotros nos ofrecimos a dirigir la parte de biología para lograr que las semillas superen el estrés de La Luna y germinen", ha explicado Sánchez.
Desde sus laboratorios de Alfacar, el equipo de Innoplant ha asumido la coordinación biológica del proyecto y estudia la reacción de las plantas al contexto lunar y cómo ayudarlas a adaptarse a un nuevo mundo.
Los primeros pasos se han realizado "en casa" con un regolito lunar procedente de Lanzarote, un sustrato parecido al suelo de La Luna que ha permitido comprobar qué semillas crecerían en el satélite.
De momento, Innoplant ha probado a plantar lechugas, tomates, pimientos y rábanos, además de algo de trigo y maíz, pero toca ahora modificar esas semillas para que sobrevivan a un terreno sin nutrientes.
"Toca salir de nuestro laboratorio para hacer simulaciones con microgravedad y lograr así más información", ha adelantado esta bióloga preparada ya para una eventual misión real que podría llegar en 2024.
El equipo de este proyecto colabora con una universidad china, la responsable de plantar sus semillas en La Luna, y ha aplicado también en proyectos de la Nasa y la ESA, además de haber abierto una ronda de inversión para buscar empresas que sumen dinero al talento actual.
Según Sánchez, esta misión lunática podría recoger sus frutos en un plazo de quince años, el tiempo que estima la Nasa que tardará en plantar un huerto en el satélite para recolectar una cosecha de otro planeta.
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