¡Qué escándalo! ¡Aquí se espía! Es el grito cínico equivalente al de la película Casablanca: ¡Qué escándalo, aquí se juega! Cuando se descubrió que uno de los teléfonos personales del presidente francés Macron estaba siendo espiado por áreas cercanas al gobierno de Marruecos la inquietud se desbordó entre los mandatarios europeos. Pero es que Jeff Bezos -el jefe de Amazon- también fue espiado por el príncipe heredero de Arabia Saudí. En ambos casos se trataba del sistema Pegasus, ideado por una empresa israelí, para introducirse en los teléfonos móviles y obtener toda la información disponible, incluido cámara y audios.
Reverdecen ahora informes que se conocían desde hace un par de años sobre espionajes de comunicaciones a líderes independentistas. El gobierno español siempre estuvo mosqueado con el catalán CTTI (Centro de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información) y habrá querido conocer los programas adquiridos por este centro y su actuación al servicio del independentismo, en los momentos más álgidos de la crisis entre los dos gobiernos, en los años del “procés”. En 2017, tras la aplicación del articulo 155, el gobierno de Rajoy actuó contra este centro de la Generalitat y lo intervino para impedir su implicación en el referéndum independentista. El gobierno se equivocó cuando afirmó que “Con esta actuación queda de relieve algo que venimos diciendo hace mucho tiempo, que este referéndum ilegal convocado por la Generalitat, ya ha sido anulado por el Estado de derecho”. No se evitó el desastre.
Los que se ciscaron, con absoluto descaro, en el Estado de Derecho se acogen a dicho Estado para defender sus derechos constitucionales. Tienen -en lo segundo - toda la razón, porque la Constitución establece que “Se garantiza el secreto de las comunicaciones y, en especial, de las postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial”. Para todos los españoles, incluidos los independentistas. Así que el gobierno español. responsable del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) tendrá que dar muchas explicaciones -ya que adquirió el sistema Pegasus- para corroborar o desmentir lo que la universidad canadiense de Toronto da como seguro: que 60 independentistas fueron espiados.
El independentismo catalán está en horas bajas, dividido y especialmente afectado porque los problemas reales han dejado en segundo plano las cuidas identitarias. El affaire del espionaje los ha unido de nuevo en querellas internacionales, en actitud contra el gobierno y en victimismo, su terreno favorito.
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