Sevilla

Sevilla se queda sin su Martes Santo

Los chubascos intermitentes y las previsiones de que continúen han dejado el Martes Santo de Sevilla sin cofradías en las calles

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Dolores del Cerro.

Dolores del Cerro.

Dolores del Cerro.

Dolores del Cerro.

Dolores del Cerro.

Dolores del Cerro.

San Benito.

San Benito.

San Benito.

San Benito.

San Benito.

San Benito.

San Benito.

San Benito.

San Benito.

San Benito.

San Benito.

San Benito.

Sevilla no tuvo Martes Santo. Un año más. La tristeza y el vacío llenó barrios y algunas de las cofradías más significativas de la ciudad, pero el agua, que había amagado con chaparrones intermitentes mezclados con claros durante toda la mañana y la tarde, no desapareció nunca del cielo sevillano y, de hecho, descargó en tormenta a partir de las nueve, cuando ya hacía horas que Sevilla sabía que nada o muy poco tendría de su Martes Santo, en el que las hermandades decidieron en cascada, sin pedir esperas ni prórrogas ni cambios de recorridos, no arriesgarse y evitar que, al contrario que el Lunes Santo, la lluvia empapara a sus titulares ni a sus nazarenos ni a sus bandas.

En este Martes Santo no hubo riesgos y aunque era jornada de estrenos y de restauraciones, de mucha devoción, de muchas ansias contenidas tras la eternidad de la pandemia, el tiempo anunciado desde hace días y cumplido fielmente, no permitió que ninguna de las hermandades pudiera salir a la calle. Ni siquiera hicieron el amago. Pesaba el Lunes Santo y cada consulta que se hacía más ratificaba aún que la lluvia no se iría. Dolores del Cerro fue la primera en anunciarlo y luego le siguieron San Esteban, Candelaria y San Benito. Más tarde lo harían Dulce Nombre y Estudiantes. Y ya con el aviso amarillo por tormentas hasta las nueve de la noche, lo hacían Los Javieres y Santa Cruz.

La mañana ya se había despertado de chaparrón en chaparrón y en el Cerro del Águila ya se presagiaba lo peor, en especial porque su hermandad no tendría refugio hasta llegado al centro. Así, la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Nuestra Señora de los Dolores del Cerro del Águila era la primera en anunciar que no realizaría su estación de penitencia. La populosa hermandad, que arrastra un barrio al completo acompañando a sus tres pasos y que cuenta con 1.550 nazarenos, abrió las puertas para visitar a sus titulares entre el llanto contenido entre hermanos, costaleros y nazarenos.

 

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La intermitencia de los claros y las previsiones meteorológicas que auguraban más agua obligaban a las siguientes hermandades a tomar la misma decisión. Primero era San Esteban con sus 1.200 nazarenos y gran devoción en toda la ciudad la que renunciaba a su estación de penitencia, por lo que su talla de Padre Jesús de la Salud, anónima del siglo XVI, y María Santísima de los Desamparados no saldrían de su templo.

Apenas una hora después y sin que las previsiones cambiaran lo hacía la Candelaria también tomaba la misma decisión, que partía desde la parroquia de San Nicolás en pleno casco histórico con 1.200 nazarenos para acompañar a Nuestro Padre Jesús de la Salud, del siglo XVII, y María Santísima de la Candelaria. Un año más Sevilla se perdía una de las estampas más significativas del Martes Santo sevillano, su paso por los Jardines de Murillo a la vuelta a su templo.

Casi al mismo tiempo, otra cofradía señera y de barrio de la ciudad, como es San Benito, decidía no realizar estación de penitencia. Es otra de las hermandades populosas de la ciudad, con 1.700 nazarenos y tres pasos, Nuestro Padre Jesús en la Presentación al Pueblo, el hermosísimo Cristo de la Sangre y Nuestra Señora de la Encarnación, talla anónima del siglo XVII.

San Benito.

Se repetían las estampas de las lágrimas contenidas de hermanos, costaleros y nazarenos, que volvían a sus casas entre los charcos que llenaban la ciudad. Y se seguirían repitiendo.

Entrada ya la tarde tomaba la misma decisión la Hermandad del Dulce Nombre, que iba partir desde la céntrica parroquia de San Lorenzo con sus 800 nazarenos y sus dos titulares obra de Castillo Lastrucci, Nuestro Padre Jesús ante Anás y María Santísima del Dulce Nombre.

El Santísimo Cristo de la Buena Muerte, de Juan de Mesa, y María Santísima de la Angustia, atribuida a Juan de Astorga, son las hermosas tallas que la hermandad de Los Estudiantes ha decidido que permanezcan un año más sin realizar su estación de penitencia. Con 1.441 nazarenos y partiendo del Rectorado de la Universidad, contaba este año con varios estrenos y, como otras de la jornada, es una de las cofradías más significativas del Martes Santo.

Poco después tendrán que abrirse las puertas de la parroquia de Omnium Sanctorum para que pudiera hacer estación de penitencia la hermandad de Los Javieres desde la calle Feria con sus dos titulares, su Cristo de las Almas, otra joya del Martes Santo, y María Santísima de Gracia y Amparo. Pero como en las anteriores, ni prórroga ni espera. No hay salida, los partes mandan.

Y aunque las esperanzas recaían en la última hermandad dejara un mínimo Martes Santo para el recuerdo, el aviso amarillo de tormentas que pesaba sobre la ciudad, aunque luego se despejara el cielo, no convenció: Santa Cruz tampoco se lo pensó y un año más no volvió a sonar la música de capilla acompañando al Cristo de Las Misericordias, del siglo XVII, con Nuestra Señora de los Dolores y sus 600 nazarenos.

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