La presidenta de la Diputación de Cádiz, Irene García, reivindicó la alegría “para abandonar estos días sombríos” que vivimos para finalizar su discurso en la entrega de las medallas por el Día de la Provincia citando a Almudena Grandes, porque “es un arma superior al odio”, pero durante su intervención apeló, fundamentalmente, a la firmeza.
Tras condenar “sin paliativos la injustificable agresión bélica que está sufriendo Ucrania”, y ofrecer su más sentido recuerdo “para los cerca de 1.800 gaditanos y gaditanas que han fallecido como consecuencia de la pandemia” y los “más de 154.000 vecinos y vecinas que continúan a día de hoy engrosando las listas de demandantes de empleo y que, por tanto, carecen de expectativas para construir un proyecto de vida”, realizó un encendido alegato feminista.
En el acto, emitido por 7TV y conducido por Ana Huget, Irene García, vestida de morado, defendió el movimiento como “fuerza transformadora de la sociedad en busca de una provincia más igualitaria”. Pero dejó claro que “este feminismo no admite apellidos” y, por lo tanto, “no existe el feminismo liberal, como no existe la violencia intrafamiliar”, en referencia a las palabras del consejero de Salud y Familias, Jesús Aguirre. “No caben eufemismo frente a una realidad que atenta contra la libertad de las mujeres y que, en los casos más extremos, llega a provocarles su muerte, cuando no la de sus hijas e hijos”, remarcó. Y añadió que “sí, existe la violencia vicaría; sí, existe el miedo; sí, existe la coacción; sí, existen las amenazas”. Frente a ello, aseguró que “no vale la equidistancia, y mucho menos la disculpa, la tolerancia o la tibieza”, al tiempo que recordó que “más de la mitad de la población de la provincia corre el riesgo de padecer violencia en sus más variados extremos solo por el hecho de tener un género determinado”.
La presidenta de la Diputación de Cádiz volvió a citar a Almudena Grandes para argumentar que la “corriente de involución con respecto a la igualdad real no es sino una pulsión de embrutecimiento”. “Cádiz, como cuna de las libertades, no puede asistir impasible a lo que cada vez se parece más a una estrategia orquestada para cercenar la libertad de la mayoría de su ciudadanía”, añadió.
Por ello, consideró importante destacar la labor de Lorena Montero Pujante, la fiscal delegada de violencia sobre la mujer en la provincia, que “lleva años desarrollando una labor impagable en esta materia”. “Como ella misma dice, la respuesta penal solo es el último escalón posible. Lo trascendente de verdad es lo previo, la prevención, la sensibilización, la cultura”, y reclamó, en este sentido, “la involucración del hombre”.
Respecto a la Federación de Asociaciones y Colectivos de Mujeres de la comarca rural de Jerez Sol Rural, también premiada, destacó que aporta una visión complementaria a este apartado combatiendo la doble discriminación de la mujer, por género y su entorno, favoreciendo la formación y el acceso al mundo laboral durante dos décadas.
El compromiso más inmediato, prosiguió, lo representa Nuevo Hogar Betania, “que intenta salvar otras desigualdades que se centran en aquellas personas que se encuentran en riesgo de exclusión social”.
Respecto a la cuarta medalla entregada, a Patricia González Rodríguez, joven arcense investigadora del Parkinso, y en la línea reivindicativa feminista, valoró su capacidad para “traspasar techos de cristal” y haber vuelto a su tierra.
Esta apuesta por Cádiz también la representan en palabras de Irene García, María Regla Álvarez Castro, fundadora del hotel boutique La Casa del Califa, máximo exponente de la excelencia turística en Vejer, y Rafael Casillas Menacho, promotor musical quien “desde muy joven en el sanluqueño bar Sevisa” creyó en nuestra potencialidad, donde “ha organizado eventos de importancia internacional”.
Sobre Félix Rodríguez Gutiérrez, indicó que es otro enamorado de sus raíces, materializadas en el flamenco, y le agradeció su labor callada y cotidiana en la investigación y la difusión de este elemento singular del patrimonio cultural andaluz vinculado siempre a las peñas.
Cerró su intervención celebrando la pujanza de Castellar como referente del municipalismo, capaz de desarrollar en apenas 50 años un modelo de desarrollo basado en el fomento de políticas y de servicios públicos en materia educativa, sanitaria o de dependencia, que fija la población.
Finalmente, dedicó una cariñosas palabras a Antonio Sancho, jefe de protocolo de la Diputación de Cádiz desde 1983, “maestro de maestros y decano del ceremonial en el conjunto de España”, responsable de trasmitir al conjunto de la ciudadanía la imagen que esta provincia merece. Al respecto, recordó que “Cádiz es color, Cádiz es luz, que enamoran a los foráneos y que a nosotros reconforta, aunque a fuerza de resultarnos cotidiana, tampoco puede deslumbranos. Somos lo que somos. No más, pero tampoco menos”.
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