El portavoz de la Conferencia Episcopal (CEE), Luis Argüello, ha reconocido este viernes que las oficinas diocesanas han recibido en estos dos últimos años 506 denuncias de abusos a menores en la Iglesia, y ha asegurado que la colaboración de esta institución en la investigación de los casos "está fuera de toda duda".
En rueda de prensa tras la reunión de la Comisión Permanente de la CEE, Argüello ha detallado que gracias a las 202 oficinas preparadas para recibir las denuncias de abusos que tuvieron lugar en el pasado "nos ha permitido conocer de cerca el drama de 506 personas a las que queremos ofrecer reconocimiento y reparación".
En estos casos -ha detallado- se incluyen los recogidos por los medios de comunicación, y algunos son ya conocidos y tuvieron su recorrido en el ámbito civil y canónico. Además, ha indicado, varios de ellos ocurrieron hace más de 30 años.
El portavoz de los obispos ha asegurado que todas la iniciativas que permitan desenmascarar y acabar con la lacra de los abusos en la Iglesia cuentan siempre con el apoyo de esta institución y de la comunidad cristiana. "La colaboración de la Iglesia con estas iniciativas está fuera de toda duda", ha dicho.
"Queremos que resplandezca la verdad", ha enfatizado Argüello después de insistir en que otro de los objetivos de la Iglesia es "apartar a las personas que se demuestre que son indignas".
Ha explicado que algunos casos que han llegado a esas oficinas son ya conocidos y tuvieron su recorrido en el ámbito civil y canónico, otros se han denunciado recientemente en esas oficinas o en medios de comunicación y 103 corresponden a víctimas ya fallecidas.
Pero todos ellos se van a investigar, "con independencia de su prescripción o del fallecimiento" de la víctima, ha recalcado.
Así, se investigará a curas, presbíteros, religiosos ordenados, otros que no se han ordenado aún, "hermanos" o laicos que tienen algún trabajo en la Iglesia. A todos los que hayan sido denunciados, ha añadido el portavoz de la CEE.
Ha reiterado que la Iglesia está desarrollando un proceso de formación de sus miembros para impedir que estos abusos se repitan en el presente y en el futuro.
Y también para que "decenas de miles de personas que entregan su vida, y lo han hecho a lo largo de estos decenios, en la actividad educativa, misionera o catequética, no se vean sometidas a una permanente sospecha y no se pueda decir que la Iglesia es un lugar inseguro para niños, adolescentes y jóvenes", ha apostillado.
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