El exmilitar de origen búlgaro acusado de maltratar y retener a su expareja durante tres días en un bosque de Corrales de Duero (Valladolid) en julio de 2021, Kiril B.N, ha sido condenado a penas que suman un total de dieciocho años y siete meses de prisión.
El fallo de la Audiencia de Valladolid le absuelve de un delito leve de injurias pero le halla responsable de un delito de lesiones, otro continuado de amenazas, tres de coacciones, uno de acoso, otro de detención ilegal, obstrucción a la justicia y maltrato habitual, con la particularidad de que en algunos de ellos le aplica la agravante de género y la circunstancia mixta de parenteseco.
De este modo, la suma de penas se eleva a dieciocho años y siete meses de prisión, junto con la prohibición de acercarse a la víctima y comunicar con ella por espacio de veitiocho años y libertad vigilada durante cinco años, una vez salga de la cárcel, con la obligación de someterse a un programa de rehabilitación para maltratadores, según la información del Gabinete de Prensa del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León recogida por Europa Press.
En concepto de responsabilidad civil, el condenado habrá de indemnizar a su expareja con 50 euros por las lesiones y con otros 3.000 por daño moral relativo al maltrato habitual. Además, habrá de abonar a la víctima idéntica cantidad, en este caso de forma conjunta y solidaria con otros tres de los acusados que no comparecieron en el juicio--están declarados en rebeldía--, por el daño moral relativo a la detención ilegal.
La condena es prácticamente la misma que la solicitada por el fiscal del caso y se aparta de los 33 que había solicitado la acusación particular y, sobre todo, de la absolución interesada por la defensa, al considerar que su patrocinado obró con las facultades totalmente anuladas por un "estado pasional, el arrebato o la obcecación".
Durante el juicio, Kiril B.N. explicó que llevaba un año de noviazgo con la presunta víctima, Aksinia V.M, y que la relación comenzó a cambiar a raíz de que él fuera hospitalizado en marzo de 2021 a causa del coronavirus y una posterior complicación en forma de neumonía bilateral que le mantuvo en cama más de un mes. "Hasta marzo, éramos inseparables", recordó.
Fue a partir de entonces cuando le llegaron comentarios de que, durante dicha hospitalización, su pareja le había sido infiel con un compañero de trabajos agrícolas, y a partir de ahí empezó a beber de forma incontrolada. Pese a ello, negó que ejerciera una relación de plena dominación sobre ella, sin dejarla salir sola a la calle, ni que la hubiera golpeado ni tampoco que la hubiera amenazado de muerte.
También desmintió que en junio de 2021, una vez rota la relación, hubiera mantenido retenida a su expareja y dos de sus amigos durante casi una hora cuando ella acudió al domicilio conyugal para recoger sus pertenencias. "La puerta se cerró", aseguró Kiril, que también negó que ese día implorara de rodillas a su ex que no le abandonara y que, ante el nulo resultado obtenido, amenazara con matarla.
Con respecto al episodio más grave, la retención de su exnovia en un bosque en Corrales de Duero (Valladolid), el 6 de julio de ese año, Kiril sostuvo que la denunciante permaneció allí con él por su propia voluntad y ha negado que se la llevara a la fuerza tras cruzar su coche al paso del vehículo en el que viajaban su ex y tres compañeros de trabajo cuando se dirigían a realizar trabajos agrícolas.
El acusado y su exnovia estuvieron en paradero desconocido durante tres días en el citado paraje gracias a que Kiril, aunque éste lo haya negado, ocultara el coche con hojas de los árboles y restringiera el uso del móvil a lo mínimo imprescindible para evitar que fueran geolocalizados. "Yo la dejaba irse, pero ella no quería", recordó el encausado, quien aseguró que durante esos tres días alimentó a Aksinia con pan, queso y cerveza.
Sin embargo, las declaraciones posteriores de la denunciante, la jefa de trabajo de ésta, su marido y tres testigos que viajaban en el coche interceptado el día de autos por Kiril fueron contundentes respecto de la culpabilidad del encausado, en el sentido de que confirmaron los episodios de maltrato, amenazas y resto de cargos que se le imputan.
Así, Aksinia, que declaró oculta tras un biombo, no sólo ratificó el maltrato sufrido a manos de su expareja y las graves amenazas de muerte sobre ella y sus hijos, menores de edad y residentes en Bulgaria, sino que fue muy clara al asegurar que el 6 de julio de 2021 Kiril la sacó a la fuerza del coche en el que viajaba y la metió en el suyo para luego llevarla hasta un pinar en el que estuvo retenida tres días, periodo en que su secuestrador tan solo le dio agua.
EL COCHE ENTRE DOS ÁRBOLES
"Colocó el coche entre dos árboles, de forma que no podía abrir la puerta. Además, había sufrido una lesión en una pierna", ha recordó Aksinia, quien fue rotunda respecto de si estuvo allí por su voluntad. "¡Yo no quería estar allí!", indicó la mujer, que también confirmó que su captor ocultó el coche bajo hojas de árboles, utilizó el móvil lo estríctamente necesario, "tan solo para pedir dinero a unos amigos para escapar", y no cesó de amenazarle.
"Me dijo que me iba a cortar una mano y que se la iba a mandar a mi jefa y también amenazó de muerte a mis hijos", insistió Aksinia, cuya versión del secuestro fue más tarde ratificada punto por punto por otros tres compañeros de trabajo que viajaban en el vehículo ante el cual cruzó Kiril el suyo.
Aunque el banquillo tan solo lo ha ocupado el exmilitar, otras tres personas, la pareja formada por Marian B.H. y Ana A.D. y Petko M.A, deberían de haberle acompañado como supuestas cooperadores en el delito de detención ilegal, ya que las acusaciones entienden probado que se concertaron con Kiril para asegurar la interceptación del vehículo de la víctima.
Sin embargo, los tres acusados, para los que la fiscal del caso solicita penas de cuatro años y diez meses de cárcel, no comparecieron por encontrarse en paradero desconocido. Sobre ellos pesa una orden de busca y captura, de forma que serán llevados a juicio en cuanto sean detenidos.
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