Sevilla

La torre cilíndrica

Rojas-Marcos paró una torre en la Plaza de Armas en los años 90 permutando edificabilidad

Publicado: 20/02/2022 ·
22:44
· Actualizado: 20/02/2022 · 22:44
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  • El proyecto diseñado por los arquitectos en su día. -
  • La fórmula puede servir de ejemplo para Muñoz con el proyecto de triple mole en Palmera 38

A mediados de diciembre de 2016, la cadena valenciana Mercadona inauguró un nuevo supermercado en Sevilla, concretamente en Plaza de Armas. Era el sustituto del que hasta entonces había mantenido en el complejo comercial habilitado en la antigua estación ferroviaria allí ubicada y popularmente conocida como “de Córdoba”, por partir desde la misma los trenes con destino a la ciudad califal y la mitad Norte de la Península.
En su nota informativa, además de hablar de los 4 millones de euros invertidos en la construcción de la nueva tienda y del millón en la reurbanización de la plaza, propiedad del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), Mercadona destacó que este supermercado era “el primero de la cadena con una estructura completamente circular”.

¿Por qué la tienda de Mercadona tiene esa forma, ciertamente inusual? La respuesta a este acertijo urbanístico obliga a rememorar una historia que, como las cerezas entrelazadas en una cesta, nos puede llevar hasta el otro extremo de la ciudad, la avenida de La Palmera, y servir de ejemplo para que el alcalde Muñoz copie la fórmula que le permita solucionar el problema causado por las moles construidas en esta vía por la aplicación del plus de edificabilidad del 80% del PGOU de Monteseirín y, especialmente, el del triple volumen proyectado en Palmera 38, como vimos anteriormente.

El muro de Torneo

La demolición del muro que separaba la calle Torneo de las vías ferroviarias que partían de la estación de Plaza de Armas y el desmantelamiento de aquéllas merced a la centralización de todos los servicios en la nueva estación de Santa Justa con motivo de la Exposición  que iba a celebrarse en 1992 permitió que el Casco Antiguo se volviera a asomar a la dársena del Guadalquivir y a la isla de la Cartuja, designada sede de la Muestra Universal.

En el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1987, redactado durante el mandato del socialista Manuel Del Valle como alcalde, se previó la creación de una nueva manzana en la antigua playa de vías de la estación ferroviaria que había dejado de serlo, la de Plaza de Armas, una manzana de alta densidad, con unos 25.000 m2 edificables.

A finales de los años 80 del siglo XX, una promotora inmobiliaria denominada Corta de Chapina y domiciliada en Barcelona ganó el concurso convocado por Adif, dueña de los terrenos ferroviarios, para su remodelación urbanística. Es más, su objeto social expreso era “la construcción, promoción, explotación y gestión de un complejo urbanístico en la Plaza de Armas de la ciudad de Sevilla”.

Meses después estalló una polémica urbanística en la capital de Andalucía, incluso más intensa que la suscitada por las moles ya construidas o en proyecto en la avenida de La Palmera, al verse el inicio de las obras de uno de los elementos -el otro acabaría siendo el actual hotel NH Sevilla Plaza de Armas- de lo que iba a ser la nueva manzana en torno a la antigua estación: lo que se conoció como la torre cilíndrica, de nueve plantas de altura.

De una torre a la otra

Hasta entonces en Sevilla sólo se había construido otra torre, la del relativamente moderno barrio de Los Remedios, de 20 plantas pero que se quedó en esqueleto durante años por una serie de vicisitudes que no vienen ahora al caso, hasta el punto de que allí se acomodó la mayor colonia de vencejos de Europa. Para terminarla, a principios del decenio de los 80 del siglo pasado, hubo que esperar a que acabara la nidificación de las aves y evitar que volvieran a ocupar la estructura del inmueble: se habilitaron nidos artificiales en la parte superior.

Los Remedios están allende el río y fuera del Casco Histórico, pero la torre cilíndrica se había proyectado dentro del recinto protegido y el diseño lo firmaban los arquitectos Antonio González Cordón -ya desaparecido y autor, entre otros, del nuevo estadio del Betis- y Víctor Pérez Escolano, exdirigente comunista y esposo de la entonces concejal socialista, Amparo Rubiales.

Pérez Escolano había sido delegado de Urbanismo en el primer Ayuntamiento de la Democracia (1979-1983) en representación del Partido Comunista. Posteriormente se negó a ser su candidato para la Alcaldía y renunció a su carrera política.

Medidas cautelares

En una corporación de la que formaban parte cuatro arquitectos -uno por cada grupo político-, Pérez Escolano decidió, apenas tomar posesión de su cargo, impulsar la adopción de medidas cautelares para proteger el Casco Antiguo mientras se redactaba la modificación del Plan Especial.

El acuerdo plenario incluía la suspensión de nuevas licencias, en lo que se denominó “el parón urbanístico”. Ello puso en pie de guerra contra el Ayuntamiento gobernado por la “coalición de izquierdas” (PA, PSOE y PCE,  con el andalucista Luis Uruñuela como alcalde) no sólo a la patronal de la construcción, sino también a los combativos sindicatos de la época, temerosos de que se disparara el paro entre los albañiles.

Que quien había mantenido un discurso de defensa del patrimonio y del Conjunto Histórico apareciera como firmante del proyecto de una torre de nueve plantas junto a un bien patrimonial como la antigua estación ferroviaria de estilo regionalista (el 12 de septiembre de 1990 la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía sometió a información pública el expediente para declararla monumento en calidad de Bien de Interés Cultural o BIC) fue el primer motivo de controversia, además del conservacionista.

La polémica derivó en escándalo político cuando se publicó que la promotora inmobiliaria había ofrecido, supuestamente, la torre cilíndrica en ciernes a la Junta de Andalucía, gobernada por el PSOE -el mismo partido de la esposa concejala del arquitecto- para que instalara alguna de sus Consejerías aún sin sede y a cambio de 2.800 millones de pesetas.

Asimismo, se conoció la inhibición de la Comisión de Patrimonio, cuyo presidente había declarado semanas antes de autorizar la construcción de la torre que deberían pasar por encima de su cadáver para poder levantar lo que él mismo había calificado de atropello urbanístico.

Relevo municipal

El 17 de junio de 1991 tomó posesión una nueva corporación municipal, presidida por el andalucista Alejandro Rojas-Marcos como nuevo alcalde. Éste anunció el 2 de agosto que la Gerencia de Urbanismo ordenaría la paralización de la polémica torre cilíndrica por contravenir, presuntamente, el Plan General, según un dictamen jurídico que había sido encargado al bufete del exministro de Cultura, Manuel Clavero.

Sin embargo, el proyecto de Plaza de Armas estaba amparado por un Plan de Reforma Interior (PERI) que había sido aprobado el 30 de marzo de 1990, en la etapa del socialista Del Valle como alcalde y con Emilio Molina de gerente de Urbanismo.

Rojas-Marcos acabó encomendando a sus expertos en Urbanismo -José Núñez, Joaquín Blanco y Eduardo Martínez Zúñiga- que buscaran una solución negociada que evitara la erección de la torre dentro del Casco Antiguo y en un sitio tan estratégico de la ciudad.

La promotora catalana, que no quería pleitos ni acabar enfrentada con el Ayuntamiento de la capital de Andalucía en vísperas de la Expo-92, aceptó rebajar el proyecto de la torre a tan sólo dos plantas, lo que en la práctica equivalía a su paralización, a cambio de suelo municipal residencial en el distrito Nervión. Aquí construyó dos edificios de viviendas de “alto standing” en la calle José Luis de Casso, cerca del estadio del Sevilla F. C. y del complejo comercial Nervión Plaza. La operación, una permuta urbanística, se materializó en un convenio y obligó a la modificación del PERI, la cual no se culminó hasta el 24 de abril de 1994.

Así pues, Rojas-Marcos, con la audacia que le caracterizaba, dio una solución urbanística al problema urbanístico de la torre cilíndrica rebajando su altura a la de un edificio “normal” y entregando a cambio suelo en otra zona de la ciudad. Sentó así un precedente que podría servir de guía para el alcalde Muñoz ante el proyecto de Palmera 38.

Mercado saturado

Cuando era delegado de Urbanismo, Antonio Muñoz afirmó en el Pleno municipal de enero de 2021, a preguntas de representantes vecinales de la barriada Elcano, que no creía que hubiera mercado “para tanta residencia universitaria que se está proyectando en la ciudad”.

Pues bien, en un mercado aún más saturado que entonces, a los promotores de Palmera 38 podría interesarles reducir su proyecto de triple mole universitaria a una edificabilidad de 1.960 m2, la que correspondía originalmente a la parcela, y obtener del Ayuntamiento -en compensación por el plus del 80% del PGOU de Monteseirín no aprovechado- edificabilidad, terciaria o residencial, en los nuevos desarrollos proyectados al Sur de Sevilla o en otras zonas.

Particularmente tengo en mente varias posibilidades de permuta o compensación, pero no es cuestión de hacerle el trabajo a otros. Doctores tiene el Ayuntamiento, como la Iglesia.
Si Rojas-Marcos pasó a la historia como quien evitó la torre cilíndrica en Plaza de Armas, Muñoz también podría hacerlo como quien evitó la triple mole en Palmera 38.

Y volviendo al acertijo inicial, el de por qué, como dice la propia cadena, el Mercadona de Plaza de Armas es “completamente redondo”, la respuesta radica en que la sociedad valenciana compró los derechos sobre las dos plantas a que fue rebajada la torre cilíndrica tras el convenio ideado por el equipo de Rojas-Marcos.

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