“Le ha cantado a Sevilla como nadie”, decía el alcalde de la ciudad, Antonio Muñoz, en la capilla ardiente que despide en el Ayuntamiento a Pascual González, fallecido en la mañana de este domingo en el hospital Virgen del Rocío tras agravarse su salud y dejar un vacío, no sólo en su familia y en su grupo, en los Cantores de Híspalis, sino en una ciudad de la que fue uno de sus mejores embajadores.
La capilla ardiente quedaba instalada a eso de las siete de la tarde en la Sala Capitular del Ayuntamiento, donde llegaban los restos del compositor, poeta y cantautor acompañados de sus familiares, los miembros de Cantores de Híspalis, numerosos amigos y buena parte de la Corporación municipal, encabezados por el alcalde de la ciudad.
Han sido numerosos los sevillanos que se han acercado para darle el último adiós a Pascual González, el “trovador que hacía poesía con sus letras”, decía Antonio Muñoz, formándose incluso colas en determinados momentos para despedirle y ofrecer el pésame a sus familiares y allegados. Hasta allí se desplazaron también María del Monte, Lola Triana o Máximo Pérez Calero, el hasta hace poco presidente del Ateneo de Sevilla, donde dio su último pregón, ese género que tanto practicó y que muchos recuerdan que nunca se le permitió dar en Semana Santa.
Porque lo cofrade fue siempre una constante en este hermano de San Benito cuya iglesia acogerá mañana, tras el cierre de 9 a 10.45 de la capilla ardiente, la misa de despedida, tras la cual será trasladado al cementerio de San Fernando, donde descasarán sus restos.
Pascual González, nacido en el barrio de La Calzá en 1950, era uno de los principales componentes de Cantores de Híspalis y su vida artística ha estado siempre vinculada a las sevillanas, cuyo género renovaron, y al mundo cofrade, y en varias ocasiones su enfermedad, un cáncer de laringe contra el que luchaba desde hacía doce años, había interrumpido su actividad artística. La última vez fue el día 1, cuando tuvieron que anunciar la suspensión de la gira nacional que iba a recorrer una veintena de escenarios con el espectáculo ‘Cristo, Pasión y Esperanza’.
A pesar de la profunda tristeza de su fallecimiento, el primer pedía que se le recordara con la alegría que transmitió siempre en sus composiciones a Sevilla, una ciudad “que le debe mucho”.
Lo cierto es que en la trayectoria musical de González destacan las obras que transmiten esa vitalidad de la fiesta y pocos son los que no se han atrevido con unas sevillanas con algunos de sus temas más conocidos, como ‘A bailar, a bailar’, o entonando como un himno de vida aquel ‘Que no nos falte de ná’, y mientras fueron capaces de cantar a un gato llamado Micifuz, también pusieron los bellos de punta con su ‘Silencio’, haciendo poesía entre las sevillanas, o con ‘Nazareno’.
Pascual González y Cantores de Híspalis revolucionaron el mundo de las sevillanas introduciendo arreglos musicales e instrumentaciones, que les llevó incluso a grabar con la Royal Philharmonic Orchestra de Londres. El mundo cofrade siempre ha estado muy presente también en las composiciones y también en sus espectáculos, llevando la Semana Santa más allá de Andalucía. Tras ‘La pasión de Andalucía’, vino ‘Cristo, Pasión y Esperanza’, un concierto-ópera andaluza que narra la vida de Jesucristo en un lenguaje musical, audiovisual y lírico, mediante un libreto “realizado a través de la suma o fusión de drama litúrgico, música sacra procesional, cultura popular, folclore y tradición”.
Compositor de casi un millar de obras de distintos géneros musicales, González recibió en Düsseldorf el premio a la mejor Producción Europea de 1988 y escribió temas para Paloma San Basilio, Massiel, Dúo Dinámico y Romero Sanjuán, entre otros.
Rescatamos la entrevista que realizó el programa La Pasión, con Víctor García-Rayo al frente, a Pascual González y que se emitió el pasado mes de octubre:
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