Las declaraciones del vicepresidente y consejero de Turismo de la Junta de Andalucía, Juan Marín, este lunes, asegurando que “este año no nos quedaremos sin Semana Santa” y expresando su total confianza de que se desarrollará con absoluta normalidad, han sido acogidas con entusiasmo entre los cofrades.
Sin embargo, que pusiera sobre la mesa la posibilidad de que las hermandades tengan que modificar sus recorridos habituales y contemplar vías anchas, como avenidas, han generado cierta confusión.
“En Cádiz, las calles son las que son y las iglesias están donde están”, reflexiona Juan Carlos Torrejón, hermano mayor de la cofradía de Piedad.
A la espera de que la organización de la Semana Santa, que se celebra este año entre el 10 y el 17 de abril, avance, con una primera reunión esta semana entre Policía Local, Protección Civil y las cofradías de la ciudad, y pendientes de la evolución de la pandemia, Torrejón “no ve factible que se pueda andar por zonas amplias”, salvo que los pasos “hagan la ronda por el Campo del Sur o por la zona del muelle”, bromea. En el casco histórico considera que es simple y llanamente imposible buscar alternativas.
“El 80% del recorrido de cualquier hermandad es por calles estrechas”, apunta. Pone de ejemplo a la que pertenece. “Salimos de Catedral y, es cierto que en los primeros tramos, hasta San Juan de Dios y vuelta a la Catedral”, los espacios son amplios. Pero la cosa se complica a partir de ahí. El cortejo discurre por las calles Santiago, Candelaria y Montañés, donde las aceras quedan reducidas a su mínima expresión y donde se acumula mucho público.
La posibilidad de que en algunas de estas vías se prohíba la presencia de espectadores o se limite su número genera división de opiniones, tal y como se ha llevado a cabo ya en Jerez recientemente o en Sevilla, por motivos de seguridad, antes de que irrumpiera el coronavirus..
“No debería resultar un problema”, a priori, indica el capataz del Despojado y el Nazareno, Joaquín Cortés. Pero advierte de que la medida carecería de sentido si se extiende a muchos tramos.
Paco Martín, por su parte, lo considera ineficaz, porque el apelotonamiento se producirá en cualquier lado, teniendo en cuenta que una “hermandad está seis, siete u ocho horas en la calle”.
Ambos coinciden, no obstante, en su deseo de no llegar a esto. El capataz de Borriquita se muestra esperanzado de que los contagios remitan. Cortés, en el mismo sentido, adelanta que tienen previstos “los tallamientos para finales de enero en las dos hermandades en la que trabajamos” y, si todo marcha bien, comenzarán los ensayos a mediados de febrero.
Martín, sin embargo, ha suspendido el arranque de la actividad dentro de dos semanas. El hermano mayor de Piedad va más allá y afirma que esperarán a Cuaresma para meterse bajo los pasos. “No tenemos inquietud porque quizá tampoco los hermanos están pensando ahora mismo en Semana Santa pura y dura”, explica, pero admite que informaciones como la de la OMS que auguran contagios masivos en las próximas semanas en Europa preocupan.
El antecedente de la salida extraordinaria
La salida extraordinaria del Nazareno y la Virgen del Rosario se produjo cuando la situación pandémica no era tan grave como lo es actualmente, pero podría marcar el camino a seguir en los próximos meses. Torrejón recuerda que todos los que se metieron bajo el paso en los ensayos llevaban sus correspondientes mascarillas y, además, se llevaron a cabo sin respiraderos ni faldones. Además, las cuadrillas se sometieron a test para detectar si alguno de sus miembros portaba el coronovirus para garantizar la seguridad.
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