El pasado mes de diciembre, los vecinos de la Barriada España dieron un golpe en la mesa y se movilizaron para exigir mejoras urgentes relacionadas principalmente con el mal estado del acerado ante las caídas que se suceden a diario en el barrio más longevo de Jerez. Como ocurre en otros puntos de la ciudad, buena parte de las aceras están castigadas y levantadas por las raíces de los árboles, con el agravante de que el grueso de los residentes de este enclave son de edad avanzada. Ha pasado un mes de la concentración que convocó la asociación de vecinos de la Barriada España y, más que mejorar, la situación empeora por día. Por eso, los afectados han empezado a denunciar a nivel particular para presionar al Ayuntamiento de cara a una problemática que no es aislada y que les trae por la calle de la amargura.
María, (le vamos a poner un nombre ficticio), tiene 87 años, ha sufrido dos ictus recientemente en un corto periodo de tiempo y presenta problemas de movilidad. Por estos antecedentes tiene prescrito en su tratamiento de rehabilitación pasear acompañada por sus cuidadora o un familiar. El problema es que esta salida cada vez se le hace más cuesta arriba y que el deterioro de la acerca le empieza a pasar factura a su propio patio. Ella vive en una casa con salida a la calle y a escasos metros de la entrada tiene un árbol cuyas raíces no solo han levantado el pavimento sino que “se están colado literalmente en mi casa”.
Como consecuencia, tal y como narra a este periódico y ha redactado su hija en un escrito registrado en Urbanismo, además de levantar la valla de la casa e incluso doblar las rejas de hierro, ya han aparecido grietas en el patio “que presagian que se va a levantar en breve todo el suelo”. “Estoy asustada porque estas raíces terminen invadiendo mi casa y haya un derrumbamiento de paredes y techos que puedan matarme a cualquier hora del día o de la mañana”, relata preocupada.
Por ello, “ruegan” una “urgente solución” y el arreglo de los desperfectos de su vivienda, al tiempo que “les hago responsable de culquier caída que sufra en mis paseos diarios, así como de los daños que en un futuro pueda sufrir la casa”, advierte. Su hija tiene claro que si su madre, que no otros vecinos, no se ha caído a estas alturas por el mal estado del acerado “es porque Dios no lo ha querido”. “Tenemos mil cuidados para que no se tropiece, es que se puede caer y partir la cadera o abrirse la cabeza. Una persona mayor no puede andar sola por la barriada”, advierte sin explicarse que paradójicamente el Ayuntamiento haya tramitado la protección singular de este enclave y permita esta situación. “No sé para que nos sirve tener esta protección especial; hay carteles denunciando todo pero no nos hacen caso”, lamenta.
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