Sierra Nevada exhibe en la glorieta de acceso a Pradollano una de las dos pisapistas que participaron en las labores de rescate de la trágica avalancha de 1989 en el Mulhacén que se cobró la vida de seis montañeros galos. Una séptima integrante de la expedición, que partió de Bubión al amanecer, salvó la vida y vio cómo el alud se tragaba a sus compañeros.
Desde aquel fatídico domingo 12 de febrero de 1989 se conoce como Paso de los Franceses al sendero paralelo al río Mulhacén, no muy lejos de la cumbre, sobre el que se descolgó esta enorme avalancha, una de las mayores tragedias que ha conocido Sierra Nevada. En las horas y días posteriores a la avalancha se movilizó un amplio dispositivo para tratar de recuperar a los montañeros. Ejército, Guardia Civil, Protección Civil, la Escuela Española de Esquí, montañeros voluntarios y también un equipo de socorristas de la estación de esquí con Dean Platt y Pedro Pertíñez.
Tal fue el volumen de nieve que movió la avalancha que los equipos de rescate consideraron que las máquinas pisapistas de Cetursa serían de gran ayuda para mover la mole en busca de los cuerpos. Así, los maquinistas de Sierra Nevada Pepe Morillas, Pepe Villén y Rafael Sánchez partieron de Borreguiles con dos máquinas: Rolba-Ratrac LMC 3700 y Rolba Ratracc TT 260.
Siguiendo la antigua carretera del Veleta (coincidente con la pista El Águila), las dos ratrac atravesaron la Carihuela del Veleta para pasar al otro lado, algo que nunca antes --ni después-- había ocurrido. Cuatro de los seis cuerpos fueron recuperados al día siguiente de la avalancha. Durante las jornadas posteriores, las máquinas Rolba-Ratrac se pusieron a las órdenes de los servicios de rescate moviendo nieve en busca de los dos montañeros aún desaparecidos hasta que lograron localizarlos.
Una de aquellas máquinas Rolba-Ratrac LMC 3700 ha sido restaurada y situada en la glorieta de acceso de Pradollano, en el kilómetro 31, junto al viejo telecabina Veleta.
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