La prensa no cesa de alertar de la tensión creciente que se está desarrollando entre Rusia y la OTAN en diferentes frentes desde los países bálticos a la península de Crimea, que Rusia entendió que -por justicia histórica- le correspondía retrotraer de Ucrania, tras su acercamiento a la OTAN. La tensión es tan cierta que hasta España, lejana del escenario, tiene tropas en algunas de las antiguas repúblicas soviéticas bálticas -Estonia, Letonia y Lituania- como apoyo que la Alianza Atlántica programa para sostener sus independencias. Sobre ello, -siempre hay quien quiere ser el niño en el bautizo y el difunto en un entierro- el ex ministro García-Margallo confesó en 2017 que había una decisión política en esta operación que se hacía “para limitar la internacionalización del proceso catalán”. Los independentistas catalanes imitaron con las cadenas humanas que recorrían todo el territorio catalán a las que hicieron los bálticos frente a Rusia.
La tensión internacional más cercana, sin embargo, se halla en el sur, donde el salto de la escaramuza a una confrontación va progresando por día. Dado que Marruecos ha condicionado toda su política internacional al reconocimiento de la marroquinidad del Sahara Occidental, el conflicto con Argelia ha crecido. La visita del ministro de Defensa de Israel a Marruecos no ha quedado sin respuesta por parte de Argelia. El presidente palestino, Mahmud Abás, ha visitado Argelia y Túnez para reunirse con sus presidentes, Abdelmedjid Tebboune (Argelia), y Kais Saied (Túnez). Árgel quiere diferenciarse del apoyo de Israel a Marruecos poniendo sobre el tapete su apoyo a la causa palestina. La ayuda al Frente Polisario y a Palestina llevan el mismo guión “antiimperialista”, comprendiendo en ese espectro a Israel y a Estados Unidos, desde que Donald Trump decidió, en el final de su mandato, reconocer que el Sahara era marroquí, como apoyo a su plan de los Acuerdos de Abraham con Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Sudán, que optaron por establecer relaciones diplomáticas con las autoridades israelíes. Biden no lo ha desmentido. Esta entente hace que Rusia e Irán apoyen sin reservas a Argelia. Las dos potencias gasísticas están utilizando el gas para apoyar su estrategia. Argelia contra Marruecos y Rusia contra Ucrania.
En medio, España hace difíciles juegos malabares para garantizarse el gas imprescindible argelino y apaciguar a un Marruecos crecido de nacionalismo, embarcado en una carrera armamentística con Argelia, que preocupa mucho en España.
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