Sólo el veinticinco por ciento de las jóvenes nacidas en la segunda mitad de los años 70 se habían desposado antes de cumplir los 30 años, un porcentaje que se eleva al ochenta por ciento en el caso de las mujeres de los años 50.
Según el profesor universitario, las que cambiaron claramente el patrón matrimonial fueron las nacidas en los años 60: “Ellas marcan un antes y un después” en este sentido.
Así, de los nacidos en la segunda mitad de los 60, el once por ciento de las mujeres descartó la unión matrimonial y un quince por ciento de los varones hizo lo propio.
En ambos casos se trata de “porcentajes muy altos” frente al “cinco por ciento tradicional”, señala el experto en sociología de la familia y del trabajo, que explica que en este colectivo “hay muy pocos que cohabiten y la mayoría viven solos, pero no significa que no mantengan relaciones sexuales”.
Otra peculiaridad de España, apunta Martínez Pastor, reside en que a mayor nivel educativo y trayectoria profesional de la mujer menos probabilidades existe de que se despose.
Ello es debido a la enorme dificultad de conciliar la vida personal, familiar y laboral en el país; en lugares como Estados Unidos o Suecia no se establece dicha relación negativa. Otros países han solucionado este problema con la concesión de más ayudas familiares y la contratación de jóvenes a salarios bajos para el cuidado de los hijos; esto último también está emergiendo en España, añade Martínez Pastor.
Según los resultados del estudio sobre nupcialidad, el retraso en la formación de parejas que se está registrando en España viene motivado por una multiplicidad de factores, desde el mayor nivel educativo, la precariedad laboral, el precio de la vivienda o el cambio de valores.
El matrimonio, aunque relevante para la mayoría de los españoles, ha dejado de ser algo obligatorio para pasar a ser un postre opcional, entre otras razones porque “se ha roto la influencia de la religión, hay más individualismo, más libertad de elegir y menos presión social”.
Hoy, la mayoría de los ciudadanos son “tolerantes e incluso indiferentes con las relaciones sexuales prematrimoniales y la cohabitación sin proyecto prematrimonial. Lo que antes estaba regulado por el matrimonio ya no lo está”, explica martínez Pastor.
La sociedad española tampoco sanciona negativamente a quienes tienen hijos sin estar casados; una minoría condena la cohabitación y son mayoría los que desean la igualdad legal de las parejas de hecho con los matrimonios.
A lo largo de sus casi 300 páginas, el estudio Nupcialidad y cambio social en España aborda el cambio del sistema de valores como motor de los cambios demográficos, las tendencias de la nupcialidad o el calendario matrimonial.
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