Jerez

El caballo como terapia contra el autismo

El Centro Ecuestre Jerez 2002 lleva once años apostando por la equinoterapia, que ayuda a los niños a hacerse con una rutina para trabajar en su independencia

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  • Noelia, durante una de las sesiones en el Centro Ecuestre Jerez 2002 con uno de los pequeños. -

Los avances tecnológicos y la investigación nos ayudan diariamente a caminar hacia mejoras sociales, pero, sin embargo, en ocasiones animales que en Jerez son además una de las grandes señas de identidad de esta tierra, como son los caballos, puede ayudar a tratar enfermedades como el autismo en diversos grados. Algo así es lo que llevan haciendo en el Centro Ecuestre Jerez 2002 desde hace más de una década con equinos entrenados especialmente para esta clase de terapias.

Noelia Oliva es la encargada de llevar a cabo estas clases que hoy en día son una referencia en nuestro país. “Llevamos once años con la equinoterapia y todo esto surgió de un proyecto de investigación que yo hice. Posteriormente estudié el grado superior en integración social y me dieron las prácticas en Chapín y empecé a trabajar aquí con el colectivo de personas autistas. Empecé a enamorarme de ellos e investigué en otros países cómo se realizaba esto”, relata sobre el comienzo de esta reconfortante aventura que hoy en día sigue su camino otorgando grandes resultados en los niños con autismo, ayudando a su independencia en acciones cotidianas.

Sobre la forma en la que se realiza esta clase de terapias, se suelen dar “sesiones de 30, 45 o 60 minutos a la semana”, explica Oliva, mientras asume que no todos los niños requieren el mismo tiempo, puesto que tienen tanto al niño con autismo hiperactivo que “necesita mucha actividad para desactivar la energía y ahí llegamos a trotar y a pasarlo bien”, como a aquel “autismo que tiene un grado de agresividad, que lo tratamos con 30 minutos a la semana, un paseo, cepillarlo encima del caballo, en la naturaleza… todo muy tranquilo. Tenemos a los dos extremos y luego tenemos otros tipos de autismos como los que atienden a órdenes que a esos incluso los llevamos a la doma”, aclara esta profesional de la terapia con equinos. Dentro de este centro, pueden tratarse prácticamente usuarios de todas las edades puesto que también existen tratamientos disponibles para “niños de 3 años con los que hacemos una clase muy divertida y aún trayendo miedo al animal, en el momento en el que el niño se acerca al caballo, sonríe, se monta y disfruta y ya va atendiendo a órdenes y a veces ni hablan, pero nos entendemos con la mirada”.

Para todos estos casos, este centro ecuestre cuenta con “un caballo y un poni que llevan una preparación previa y que están acostumbrados a todo tipo de estímulos externos como ruido, viento, paso de un coche, que salga un perro corriendo al lado… son caballos medianos para que desde abajo podamos trabajar con el niño”.

Aunque esto no queda simplemente en el colectivo de niños autistas, sino que en ocasiones también se ha llegado a tratar incluso en personas con fobias hacia el caballo. “Se realiza con una terapia de choque y lo que hicimos en ese caso fue una toma de contacto pie a tierra, secciones de media hora a la semana, también montaba a caballo con muchos profesionales alrededor y en un año consiguió poder montar. Cuando se ponía nerviosa íbamos a las duchas y lavamos al caballo y nos tranquilizábamos”.

Sobre los resultados que desde hace once años está ofreciendo esta terapia, Oliva asegura que “la conducta cambia, la atención, el equilibrio… todo cambia. Cuando trabajamos con niños con parálisis cerebral trabajamos con una especie de mantas y así el caballo le trasmite el calor al niño y sus músculos se relajan”. Estos cambios que experimentan los niños se van realizando “con acciones como quitar la montura que requiere de acciones como quitar la hebilla, lo llevan luego a su vida diaria, les ayuda muchísimo a ponerse un cinturón, un pantalón… son capaces de hacer pinza con los dedos y poder tirar. Es muy rutinario, pero luego los padres se sorprenden de los cambios que realizan. Utilizamos el caballo como una herramienta que en el futuro da independencia”.

Y esto se traduce en que posteriormente los padres de esos niños agradecen sobremanera estos cambios que sus hijos experimentan con el caballo, otro de sus mejores amigos, lo que hace de este trabajo puramente vocacional, algo “muy gratificante porque te dan las gracias con cualquier pequeño detalle y da gusto ver cómo te agradecen cosas que parecen tan simples”.

Y es que gracias a estas sesiones se consiguen grandes resultados en niños con autismo, a los que en ocasiones les cuesta mucho realizar acciones que vemos cotidianas y gracias a este centro ecuestre y a sus equinos pueden verse realizadas.

 

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