Notas de un lector

El abrazo del tiempo.

José Félix Olalla lleva cuatro décadas al pie de la creación. Además de su amplia labor crítica, son ya trece poemarios los que avalan su quehacer

Publicado: 18/10/2021 ·
13:53
· Actualizado: 18/10/2021 · 13:53
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Desde que en 1981 viera la luz “Ciudad pasajera”, José Félix Olalla lleva cuatro décadas al pie de la creación. Además de su amplia labor crítica, son ya trece poemarios los que avalan su quehacer.

Dos años atrás, y al hilo de la publicación de “¿Quién leerá esto?”, dejé anotado que la voz del autor madrileño traspasaba la frontera de todo aquello que había ido amontonándose próximo a la memoria. Lo vivido no se representaba como sombra del ayer, sino presencia como candente, nudo indisoluble, dador de una realidad sustantiva sobre la que el sujeto lírico podía ampliar los límites de su terrenal residencia.

La reciente edición de “Letra de vuelta (Colección Daniel Leví. Asociación Cultural Andrómina. Córdoba 2021), supone un paso adelante en su madurez versal y verbal. Medianteun lenguaje intensificado, acumulativo, revelador de su moderna personalidad, José Félix Olalla revive un espacio común si propio desde el que vertebrar un discurso pleno de referencias literarias y personales. Como si de un juvenil estudiante se tratara, expone en el pórtico del conjunto, “Examen de septiembre”, su intención primigenia: “Señora [profesora], busco el reconocimiento de las diferencias en las semejanzas confesadas. Busco significar los pensamientos nobles que albergamos en el ánima. Confío en que la diátesis hará patente el tipo de relación que se establece”.

Y tales reflexiones, tales anhelos, sirven para aunar las tres partes en las que se divide el conjunto: “Biblioteca”, “Rima de vuelta” y “Fondo editorial”. De ellas y desde ellas, surge una persuasiva tensión que deviene en creativa libertad. El sujeto líricosostiene la esencia íntima de un decir que susurra al oído la inminencia de cuanto ha sido -y es- al par sus lecturas. Y, también, de su escritura. Muy distintos y cercanos personajes van poblando despaciosamente estas páginas. Y así, laEneida de Virgilio, el Quijote de Cervantes, el Drácula de Stocker…, se tornan materia lírica junto al Tarzán de Burroughs o la Miss Marple de Agatha Christie: “Razonar para esclarecer los hechos,/ inspeccionar, saber, descubrir/ hasta que el crimen tenga sentido./ El juego de las apariencias/ sometido a tu única consideración”.

Los ecos de una palabra antigua y transformadora sobrevuelanel segundoapartado y, en sus poemas,llega a alumbrarse un cómplice y solidario universo. Porque el Libro de Aleixandre, Lope de Vega o Federico García Lorca se citan, a su vez, con el Romacero tradicional: “Por la calle iluminada/ una sombra aparecía,/ aquel desliz que mantuve/ una y otra vez me pisa./ Dije lo que pareció/ respuesta agitada y fría/ dije la verdad tan sólo/ contras todas las mentiras”.

    Como coda, el ya citado “Fondo editorial”, entrevera escritores de ayer -Fray Luis de León, William Shakespeare, Herman Melville…- y de hoy-Ángel Martínez Baigorri, Joan Margarit…- en una suerte de homenaje y admiración. Tal es el caso del poema titulado AlioshaKaramazov: “Con que fuerza recibí el abrazo del tiempo,/ fui confidente y crecí por las eras (…) Ante mí la tiniebla se convirtió en claridad/ y adquirí un gran precio delante de tus ojos”.

    Al cabo, un bello libro, lleno de imágenes evocadoras que conjugan sabiamente con una forma lúcida, íntima, de describir realidades complementarias. Y muy humanas.

 

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