La actriz y activista feminista Pamela Palenciano (Andújar, 1982) espera desquitarse en la provincia de Cádiz de la última semana, “muy jodida” por la suspensión de su actuación prevista en el Centro Cultural Anabel Ochoa, de Navalagamella. “La polémica generada en redes sociales y el señalamiento a la concejala de Cultura”, según fuentes municipales, han llevado a cancelar el espectáculo, que se enmarcaba en unas jornadas de igualdad subvencionadas por el Gobierno y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), que tampoco se celebrarán finalmente. “Lo que pasa es que hay gente que quiere vivir todavía en los años 40”, replica al comunicado del Consistorio, y se agarra a su comparecencia judicial el miércoles 20 de octubre por la demanda admitida a trámite por la Asociación de Hombres Maltratados para vetarla.
“No estoy condenada”, aclara. “Sigo trabajando”. Su montaje, No solo duelen los golpes, recalará, no en vano, en cinco localidades de la provincia, hoy en Paterna, a partir de las 18.00 horas, y en quince institutos de enseñanza secundaria de otros tantos municipios, durante el mes de octubre, gracias a la Diputación de Cádiz. “Ni odio a todos los hombres”, agrega, en relación a las acusaciones de la entidad, que “ha sacado de contexto” un pasaje en el que pregunta al público si su entonces pareja, maltratador, “no merece un meneo” tras llevarla al extremo, humillarla y vejarla durante toda una noche, y otro en el que advierte sobre el victimismo de los hombres, que invierten los roles y se consideran maltratados. Los denunciantes también censuran la marcha de tres estudiantes, “mayores de edad”, en una de las sesiones en un centro de Jaén por sentirse ofendidos.
Palenciano afirma sin matices que “lo que odio es la masculinidad hegemónica, el machismo y la gente que abusa del poder”. Y eso, nada más y nada menos, añade, es lo que cuestiona en su monólogo. Estos valores, advierte, “están en auge en los últimos cuatro años a nivel mundial”. Y activistas como ella están en el punto de mira. En su caso, con dos denuncias archivadas, más la tercera pendiente, el acoso no solo es judicial últimamente. A raíz del hilo de Twitter de la diputada de VOX de la Comunidad de Madrid Alicia V. Rubio en el que tachaba a la actriz de “indeseable” y “mamarracha” y calificaba su obra como “basura en las aulas”, no dejan de llegarle amenazas de muerte a diario. “Mi expareja trató de matarme dos veces, pero ahora he tenido más miedo que nunca”, confiesa.
El último año, subraya, “ha sido el más violento que he vivido nunca”. El discurso se ha radicalizado. “Ahora, ser punky, anarquista, romper con el sistema, es ser facha”, lamenta. “Hay nenes de quince años que ni siquiera saben quién es Franco”, pero entre los que ha hecho fortuna la xenofobia y el antifeminismo. Palenciano considera que este moviemiento es reacción a la conquista de derechos en un muy corto periodo de tiempo.
“El feminismo tiene una lucha de tres siglos, pero, en España, pega un pelotazo en la última década”, sostiene. Recuerda que, recién asesinada Ana Orantes, el Gobierno aprobó la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, pero todo fue “muy lentito” hasta “el subidón de 2018, con la huelga más seguida”. “Vi llegar al feminismo a la cresta y, a partir de ahí, como en una montaña rusa, ir para abajo”. El retroceso “se ha agravado con el pacto de PP-Ciudadanos-Vox y la pandemia”, asegura. También hay desengaños entre los colectivos más progresistas y divisiones en el seno del propio movimiento feminista.
“Estoy flipando con algunos autores de Carnaval que salen con que la gente de izquierda se ofende mucho... y no, no es veto ni cancelación, es que han estado riéndose toda la vida de mujeres y ahora queremos un humor más inteligente”, explica, por un lado; por otro, reconoce que está “frita” por las críticas de compañeras a las que les pide que la dejen “de putear en público porque los marichulos aplauden” cada vez que asisten a un enfrentamiento. “La disidencia sobre la prostitución o los transexuales ha existido siempre, pero hay mucha gente interesada en dividirnos porque se cagaron de miedo cuando nos vieron fuertes”.
Ante este escenario, advierte de que “en Andalucía hay una resistencia y un poderío con ganas de cambiar las cosas que no se puede acallar” y apela al diálogo, dentro del movimiento y también con quienes reprueban su monólogo, hasta el punto de que convenció a un gaditano residente en Madrid que se había expresado en contra de su montaje a asistir a su espectáculo. Cambió de opinión. Por ello, se muestra convencida de que para avanzar en igualdad hay que tener en cuenta que, “si dos corazones están lejos se gritan porque no se escuchan; cuando dos corazones están cerca, el lenguaje que hablan es el susurro”.
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